CAPÍTULO 25

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Ahora lo entendía todo, Mike era mi hermano, por eso se había alejado de mí, estar cerca de mí, le resultaba incómodo. Ahora entendía el porqué de esa conexión, esa sensación de que ya nos conocíamos de algo, era cierto ya nos conocíamos, por eso teníamos ese instinto de protegernos el uno al otro.

Éramos hermanos, hermanos de sangre, familia y eso me irritaba mucho. Eric nos había engañado, nos estaba engañando desde el principio. Salí de casa de Mike enfurecida y llorando. Él intentó seguirme y calmarme pero se lo impedí y me puse a correr. Fuera estaba lloviendo pero no me importaba, en ese momento no me importaba nada. Seguí corriendo hasta que acabé perdida en el bosque, caí de rodillas al suelo manchándome entera de barro.

Cuando conseguí calmarme un poco, decidí ponerme a caminar y a ver si encontraba algún sitio donde refugiarme de la lluvia, ya que estaba helada. Pronto encontré la cueva donde estaba escondido Dani e hice una hoguera. Me quedé angustiada mirando al fuego durante un rato puede que minutos o horas, no lo sabía bien, no tenía reloj. Iba empapada de arriba abajo, estaba manchada de barro y despeinada. Pronto noté que alguien entró a la cueva.

— Ey ¿Qué haces aquí hermanita? —dijo Eric sonriente.

— Vengo de casa de Mike —dije levantándome y mirándole con odio.

— ¿Qué te pasa? ¿Habéis roto? —dijo él. Sentía un odio que no era normal.

— ¿Por qué me miras así?

— ¿Me puedes recordar cómo descubriste que yo era tu hermana? —dije acercándome hacia él amenazante. No era propio en mí, pero en ese momento quería matarle.

— ¿A qué viene eso ahora?

— ¿Has conseguido ya controlar el segundo poder? —añadí sarcástica.

— No, ¿Por qué lo preguntas?

— Es extraño, ¿No crees? que no lo tengas aún.

— Eh...— seguí hablando interrumpiéndole.

— Hoy, cuando he ido a casa de Mike, resulta que él si lo controla y a la perfección —seguí acercándome a él.

— Ayla no fue idea mía, yo no quería seguir con esto, te lo puedo explicar —la rabia inundó mi mente y extendí mi mano hacia Eric e hice que se estampara con la pared que se encontraba a unos cuantos metros más allá.

— ¿El qué? ¿Eh?, eres un farsante, ¿Quién te ha mandado a por nosotros? —pregunté furiosa.

— ¡Ah! —exclamó con una mueca de dolor con el golpe— ¿No podemos hablarlo? —entonces volví a moverlo pero esta vez lo puse en alto pegándolo a la pared.

— Lo repetiré otra vez ¿Quién te ha mandado? y si no me contestas te dejaré caer.

— Vale, vale. Mi madre me mandó buscaros, ella se encargará de poneros a salvo, me dijo que desconfiarías de mí, así que tenía que fingir ser alguien en el que pudieras confiar.

— Eres un cabrón mentiroso —grité.

— Es la verdad Ayla. Yo no soy de los vuestros. Ni si quiera necesito esta piedra, es un trozo de la de Mike, por eso conectaba. Cuando realizaron los colgantes el suyo se rompió en pedazos así que mi madre hizo una pulsera, pero le sobro este trozo. Me dijo que si no te convencía que lo usara. Al conectarlo te llegarían recuerdos perdidos.

— ¿Qué quieres decir de los nuestros?

— No sabéis del todo la verdad, yo no soy uno de los dieciséis. Mi madre era la jefa la misión, la que se encargaba de llevaros aquí sanos y salvos. Me llevó con ella cuando tenía 5 años, casi no sobrevivimos al venir aquí, la nave cayó en picado, pero consiguió estabilizarla, por eso tengo miedo a las alturas. Al llegar aquí, me borro la memoria y luego me dejó con una familia, pero antes me cambió el nombre y se lo cambió ella también, decidimos que fuera algo simbólico así que ella se lo cambió por Érica y Eric Sanlés —fruncí el ceño reconociendo aquel nombre.

AYLA © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora