CAPÍTULO 24

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Cerré el ordenador y una lágrima apareció en mi cara, permanecí callada pensativa, al igual que Mike. Me sentía culpable, recordé como Dani me atacó en el bosque con el cuchillo y como reaccioné tratándole como un demente, como alguien peligroso al que debías temer y despreciar. Ojala hubiera sabido entonces por lo que ese chico había pasado antes.

Él arriesgo su vida, por Marina y por toda la gente como nosotros. Ahora sabíamos a quienes nos enfrentábamos y todo gracias a él. En cada video mostraba lo que le había pasado durante cada día en un resumen de unos minutos, como si fuera un diario. Me pregunté que sabía su madre de todo esto, y que había sido de ella cuando le cogieron. Apoyé mi cabeza en Mike y él habló como si supiera lo que estaba pensando.

— No te sientas culpable.

— Le traté mal.

— No lo sabías, además te atacó —me quedé mirando seria, triste y preocupada al ordenador, entonces Mike me cogió la barbilla girando mi cara hacia él— Ey, relájate —dijo con una mirada tierna— estaremos bien, estoy contigo, no me separaré de ti.

— ¿Nunca?

— Nunca —entonces acercó su cara a la mía y me dio un tierno beso en los labios.

— Tenemos que hablar con Eric, aunque no me gusta la idea —dije frunciendo el ceño.

— Sí, lo más pronto posible.

Mike se quedó un rato en casa, vimos una peli aunque la verdad es que ninguno de los dos prestaba mucha atención, una vez terminada Mike se marchó, eran las ocho y quería volver a su casa antes de que anocheciera. Decidimos quedar cuatro días después, el llamó a Eric y le dijo que teníamos que hablar con él.

Llegué a casa después del instituto y me tumbé en la cama, la verdad estaba cansada, había sido un día raro y agotador. En gimnasia habíamos hecho el test de Cooper y Pau estaba cabreado porque estábamos muy ausentes últimamente y ya no quedábamos, habíamos tenido un pequeña pelea. Pero tenía razón, Ceci se había marchado, Marta estaba con Debi y yo con Mike, le habíamos dejado un poco abandonando.

Así que nos invitó a pasar el fin de semana en una cabaña que tenía en la montaña, difícilmente conseguimos convencer a nuestros padres, pero lo conseguimos, aunque su hermano, Sergi, vendría con nosotros. Me preparé la mochila y bajé a comer, después subí y me puse música en el iPod. Cuando ya eran las seis, me cambié de ropa y llamé a Mike para decirle que iba para allá, pero no contestaba, tenía el móvil apagado. Fruncí el ceño preocupada, él sabía que le llamaría. Decidí llamar a su madre, al segundo tono respondió.

— ¿Sí?

— Rita soy Ayla, ¿Me puede decir donde está Mike?, no contesta el teléfono — la madre de Mike se llama Margarita, pero le gusta que la llamen Rita.

— Está en su habitación dice que no se encuentra bien y que no puede ir.

— Mmm... Vale —dije extrañada— dile que nos vemos mañana si está bien o cuando se recupere.

— Vale cariño, a ver si vienes un día a cenar a casa, discúlpame te tengo que dejar, tengo cosas que hacer.

— No pasa nada tranquila.

— Hasta otro día

— Adiós —colgué el teléfono y salí de casa. Después de saber a qué nos enfrentábamos me parecía que ir sola por ahí no era lo más conveniente pero no tenía otro remedio. Llegué a la cueva y Eric estaba dentro, no se había dado cuenta de que estaba allí, al mirarle me venía a la mente lo que hizo y me dio un escalofrío. Al fin se percató de que estaba ahí y habló.

AYLA © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora