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Mi expresión sigue intacta, pero mi mente tenía ideas cruzadas ante aquello, mis ojos detallan al hombre frente a mi, es un hombre de negocios, y debe de cumplir con lo dicho

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Mi expresión sigue intacta, pero mi mente tenía ideas cruzadas ante aquello, mis ojos detallan al hombre frente a mi, es un hombre de negocios, y debe de cumplir con lo dicho.

—Acepto.—Escapa de mis labios sin ninguna inseguridad, él ladea un poco su cabeza, pero yo me limito a desviar mi mirada y comenzar mi camino a la casa.

—No debes de tener ni un poco de cordura, si crees en mi.—Lo escucho a mis espaldas, confié en mi familia, y me apuñalaron más de una vez.

—Eres exitoso en tus negocios, me guiaré por eso.—Respondo sin mucho interés, pocos segundos después escucho sus pisadas siguiendo las mías.

¿Cordura?, hace mucho no escuchaba de ella, me deje dominar por un mundo alterno creado en mi cabeza, y era momento de enfrentar la realidad.

—Solamente permanece a mi lado y sonríe, eso será suficiente para el público.—Son sus últimas palabras antes de hacer sus pasos más largos y entrar primero a la casa.

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—Ese color no le queda a Brit.—Intento seguir ignorando las críticas de mi madre hacia sus amistades.—Buenos días, bonito conjunto.—Mueve sus dedos en el aire saludando a la mujer morena que criticó hace unos segundos,  ella le devuelve el saludo junto con una sonrisa amigable.

Claro que no estoy aquí por gusto, estoy casi por arrancarme los oídos, Trece me dijo que cada domingo asistiría como él, esa sería la forma de tener los ojos de estas personas en nosotros para cubrir lo que en verdad esté haciendo, yo sería solamente un parche.

—Sentémonos con ellas.—Mi madre toma mi brazo guiándome o arrastrándome hacia una mesa con otras cuatro mujeres de la misma apariencia que ella.—¡Buenos días, chicas!—Elevo una de mis cejas ante el fingido e irónico tono de mi madre, comienza a besar las mejillas de cada una hasta que ellas ponen su atención en mi.

Yo giro mi cabeza hacia un lado, ignorándolas, pero mi madre se coloca a mi lado y empuja un poco mi espalda, aprieto mis labios antes de hablar.

—Buenos días.—Digo desinteresada, cada una me inspecciona con demasiado descaro y hacen algunos gestos antes de soltar sus fingidos saludos e ignorarme.

Mi madre palmea levemente la segunda silla vacía antes de sentarse ella también, y no tengo otra opción que acompañarlas y esperar la fantástica aparición del hombre tatuado.

—Ya vieron quién llegó.—Escupe con molestia y repulsión una mujer rubia, las otras no tardan en mirar hacia esa dirección.

—Esto no es una piscina para clase baja.—Le sigue otra de piel oscura de forma venenosa antes de beber de su vaso con líquido azul.

CRUEL.Where stories live. Discover now