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BYG

Si yo era un atardecer, ella era... ¿una flor? También quería encontrar algo con que compararla, como ella lo hacía conmigo. Las flores eran, pequeñas criaturas, como ella. Venían en diferentes formas y cada una de ellas tenía algo especial que compartir con el mundo a través de su existencia. Las flores estaban allí en momentos tristes y también en momentos felices, significaban tantas cosas al mismo tiempo. Eran frágiles, fáciles de perder en las manos del tiempo, delicadas y sublimes. No sólo llenaban tus ojos con su exterior, también se metían en tus pulmones, debajo de tu piel. Las flores podían encontrarse en cualquier parte, en los campos y en las tiendas, y a veces podías confundirlas con algo común pero no había nada como eso en ellas.

Y ella era una. Quizá era millones, todas amontonadas en ese pequeño y tembloroso cuerpo, viniendo a la vida cada mañana entre mis brazos, siendo alimentada con mi calor. Mantendría mi cuerpo así para ella. Y sabía que ella era como las flores porque me encontré a mí mismo mirándola con los mismos ojos que tenía aquella primavera, cuando los pétalos cubrieron la ciudad y yo la atravesaba, solitario. Dentro de todas las cosas que me pasaron durante ese tiempo, ese fue el único momento en el que me descubrí sonriendo, libre de cualquier tipo de pesado y oscuro sentimiento. Pensé que nadie podía resistirse a la belleza de las flores, y por eso estaba reaccionando de esa manera. Pero cuando el verano por fin llegó y la encontré otra vez, transformada en la naturaleza misma, me di cuenta. Estaba mirándola a ella cuando sostenía esos pequeños pétalos en mi mano. Estaba deseando que ella fuera como una flor, porque así tendría certezas sobre su regreso, porque las flores tenían que aparecer todas las primaveras. Y sólo entonces, cuando la tuve sentada frente a mí diciéndome con lágrimas en los ojos que no quería irse, descubrí que ella también se veía a sí misma como una flor. Ella, de alguna manera, tenía miedo que cuando el frío llegara, cuando las cosas se pusieran difíciles, cuando no pudiera cumplir con las expectativas de la gente, desaparecería.

Desde aquel momento hasta ahora, no creo haber puesto jamás, tanto esfuerzo en mantenerla con vida. Regarla y crear un buen ambiente a su alrededor, dejar que el sol la acariciara y la brisa tocara sus pétalos. Trataba fervientemente, pero reconocía también que las flores eran demasiado difíciles de cuidar. Y como sabía esto, me preocupaba demasiado cuando me tocaba partir por algunos días. Pero la naturaleza es sabia, y ella descubrió, aprendió, que su sol sólo estaría ausente por las noches pero aparecería seguramente por la mañana.

No me consideraba un florista todavía, y no estaba seguro de querer serlo. Me consideraba un simple hombre solitario que encontró en la naturaleza, lo que necesitaba para calmar su dolor.

Loving you [BangYongguk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora