69. Un amor puro

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12/09/2017


Lo que siempre necesité fue este amor tan puro,

como las sabanas recién cambiadas,

que huelen a límpida humedad.

Me lavé el corazón y se me contagió con una humanidad

que se me había escapado con cada

miedo que se me abalanzó.

En mitad del pánico de una noche estrellada pero cenicienta,

cual escenario de posguerra, donde

se queman los enemigos.

El tic-tac del fuego se me apresuraba por las alas, el veneno y la vida,

todo lo cual ha impregnado mis dulces besos,

los que te desean como agua de la Vida;

y cuando quería no creer, apagado, esperando tu sonido,

me viniste con leña nueva regada de la viña de los dioses.

¿De dónde vienes, bruja, amante, quemada por los mismos fatuos?


Alas de oro dejarían mis anhelos, traslúcidos, cuando

te encuentro en Valladolid o en Granada.

Explosiones de colores me hacen levitar,

y me siento desconcertado pues,

no sabía qué era esto


(y aún cuando lo anhelaba me sorprendo todavía).


Este amor sin tabúes se parece a los espejos sin manchas,

pero no sé mirarte bien con estas gafas sucias.

Necesito enfocarte bien y verte, dulce y luchadora,

que embarrada sigue luchando.

Es la pureza de una sinceridad que mancha

con y como cada zahiriente tropiezo,

cada zarpazo y zurcido a nuestro

corazón.

Podría ensuciarte con cada latido escuchado en la desgracia,

pero es tu boca manada de luz la que deslumbra

cada noche.


Volando estoy, sin ver, y me guío en tu voz.

Volvería a mi camino, aunque supiera que volcaría

en algún agujero, por poder volver a tu boca

de miel y esperanza.

Te tendré en mi cama, con sábanas nuevas, para usarlas.


Te haría palabras sinceras con las que hacer bolillos de amor,

y así ver tu sonrisa de diamante puro de felicidad, cual

lagarto de luz que se me cuela desde tu boca

a mi pecho.

El tiempo se pararía y tu cuerpo se uniría cual luz

entre mi cuerpo y el tuyo, en un momento,

por culpa de esa lanza serpenteante,

bailando entre las noches

frías, tristes,

del recuerdo.

Deja que se vayan las sombras cuando te tenga

con mis manos de escultor buscando

la piedra de tu cuerpo que

te haga más bella,

sonrisa pura,


que se escapa en tu sonrisa y se vuelve último residuo de amor.


Te tendría muerta y viva,

entre la luz y la esperanza,

pero vendría la vida fuera de esta vida en la luz,

y retornaría la huida y el día a día.


Un día dormiré pegado al ángel de mi pecho.


Así no tendrías que pedirme poemas,

porque prefiero hacer poesía contigo.


Y después de todoWhere stories live. Discover now