Capítulo 2-Cinismo en estado puro

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Como siempre, Gigi fue la primera en terminar y esperó a las demás en la antesala de sus habitaciones pacientemente. Ni si quiera estaba nerviosa, había chicas que temblaban el día de su debut pero ella no. ¿Sería médico? Era algo que ya dudaba, seguramente el hombre con el que se desposaría no le permitiría ni abrir un libro. Ella no era como Karen, Karen era fuerte y valiente, sin mencionar que era una soñadora empedernida. ¿Realmente conseguiría abrir esa escuela? Ya no eran dos niñas susurrando en medio de la habitación. Al hablar así consigo misma el fuego ardía en su interior ,pero no sabía discernir qué era. ¿Estaría renunciando demasiado rápido a sus aspiraciones?  Casi no se reconocía a sí misma. Se sentía, simplemente,arrastrada por la corriente de la vida. Primaba la lógica sobre sus sueños, siempre había sido así. 

-Oh Gigi ,si te pones muy nerviosa al bajar las escaleras agárrate a Audrey, a mí me sirvió de mucha ayuda - interrumpió su enajenación mental su dulce y benévola hermana Bethy. Ella tan sólo la respondió con una sonrisa y un movimiento de cabeza mas sabía de sobra que no se pondría nerviosa por esa nimiedad. Sólo eran escalones. 

Y así fue, descendió la gran escalinata frente a todos los demás invitados como si bajara a desayunar en Dunster. Carecía totalmente de timidez, no era un sentimiento razonable. Al llegar a la planta inferior fue anunciada junto a su melliza y a sus acompañantes , a lo que respondió con una sonrisa perfectamente estudiada dirigida a la nada puesto que no miró a nadie porqué no le interesaba lo más mínimo entablar conversaciones banales o conocer gente nueva. No fue así con Karen que rápidamente se unió a un grupo de damas con las que inició una cháchara llena de risas y parloteos ruidosos. Se alegró por Ka pero no tenía ganas de imitarla, así que se quedó un tanto apartada si es que eso era posible; caballeros de todos los rangos y edades la rodearon y tuvo suerte de tener a sus benefactoras cerca para poner orden en su cartilla de baile. Aburrida de la situación dirigió su mirada a la muchedumbre. Sacudió su cabeza y maldijo interiormente. ¿¡Qué diablos había sido eso!?

Volvió a pasar su mirada a través de esa gente carente de interés para ella y entonces lo vio. El destino era cruel y su cuerpo un traidor. Su yermo y putrefacto corazón empezó a escupir bocanadas de aire queriendo revivir, de nada habían servido todos esos años de sepultura.Como vil rastrero que era, no tardó ni dos segundos en hacer brotar una catarata de sangre fertilizando cada ramificación de su sistema nervioso y resucitando a sentimientos que habían sido asesinados lenta y cruelmente.  

No , no iba a consentirlo, jamás le demostraría su conmoción. Era lo último que necesitaba ese proyecto de caballero, así que tan rápido como su hábil mente pudo reaccionar desvió su mirada hacía otro lugar como si no lo hubiera visto o, simplemente, su persona le resultara tan indiferente como el resto de asistentes. Sin embargo, como astuto manipulador que era Thomas, no dejó de mirarla fijamente a pesar del desaire. Gigi sintió su mirada clavada sobre ella y por mucho que intentaba no devolverla, le era imposible; así que se convirtió en una batalla contra sí misma que perdió puesto que , finalmente, volvió a mirarlo para encontrarse con que él le estaba sonriendo. ¿De verdad? ¿Una sonrisa? Podía meterse su infecta sonrisa por donde le cupiese.  Esa famosa cólera que hacía tiempo que no la visitaba, se adentró en ella sin invitación y la hizo supurar hasta la extenuación. 

-Disculpen un momento, necesito retirarme - se excusó rápidamente ante sus acompañantes saliendo de la sala apresurando su paso, repicando así contra el mármol encerado sus botines blancos.  

Con la falda en sus manos miró hacía atrás deseando que ese fantasma del pasado hubiera desaparecido, pero no fue así. La estaba siguiendo y había empeorado su aspecto, no era como lo recordaba. Sus ojeras estaban repletas de pequeños surcos y su barba parecía castigada por el pasar del tiempo. Su pelo no estaba libremente dispersado sobre su faz sino que estaba repeinado hacía atrás y sostenía un asqueroso puro entre sus manos.  Decidida a perder-lo de vista se adentró en uno de los pasillos en los que no había nadie ni nada, ni si quiera luz, esperaba que con eso desistiera en seguirla pero tampoco lo consiguió; el ritmo de sus pasos cada vez era más acelerado hasta que decidió correr pero ese ser del ayer, era más alto que antaño y con sus grandes zancadas no era necesario que corriese para llegar a ella. 

Su respiración cada vez era más agitada, ya no sólo por el esfuerzo físico sino por lo nerviosa que se estaba poniendo. No quería verlo, no quería reencontrarse con él. Le rogó a Dios para que desapareciera pero como si Éste Mismo quisiera mandarle una señal, se tropezó con una moqueta mal dispuesta y cayó de bruces sobre el rojizo manto del suelo ,arrastrando con ella su dignidad y su vestido de tul amarillento.

Trató de levantarse con ímpetu pero dos zapatos de piel bien lustrados ya se habían posicionado frente a ella. Cualquier intento de fuga era inútil. Ese embaucador le alargó la mano en pos de ayudarla a levantarse, pero Gigi se negó en rotundo a aceptar cualquier gesto que proviniera de semejante embustero; así que se incorporó por su propio pie aunque el tobillo le estuviera rogando clemencia y lo encaró. Sus dos orbes verdes brillaron en medio de la oscuridad y se clavaron en el gris opaco de ese vil saqueador. 

-He venido a buscarla - resonó la voz de barítono sobre los tímpanos de la joven que negó dramáticamente con la cabeza.  

Manto del firmamentoWhere stories live. Discover now