Capítulo 2-Cinismo en estado puro

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1844. Castillo de Dunster

Resignación. Esa se había convertido en la palabra por excelencia en la vida de Georgiana durante los últimos cuatro años. Resignación al sentir aquello que llamaban amor y tener que enterrarlo vivo, resignación al perder a su padre, resignación cuando Bethy por poco pierde la vida en el parto y, una vez más, le tocaba resignarse ante el hecho de que ya no podían seguir retrasando su debut social.  Junto a Karen, esa misma temporada, serían presentadas en sociedad y eso significaba que estaban listas para casarse. 

¿De verdad lo estaba?  ¿De verdad sería capaz de mirar a otro hombre como había mirado a Thomas? Si lo traía de vuelta en su memoria y abría el viejo cajón del año 1840 , aún podía sentir como algunas pequeñas burbujas se alteraban en su interior. Su primer amor. No sabía si podría llegar a amar a alguien más tras haber aniquilado ese amor ferviente e inocente que una vez sintió. Pero no quería decepcionar a Audrey, el matrimonio de Bethy ya había sido un tanto tortuoso y no sería ella quien causara más problemas a la familia. Por eso, aunque no estuviera preparada para contraer nupcias , lo haría. Las personas se casaban por muchos motivos y corresponder a su hermana mayor por todos sus esfuerzos para darles una buena vida, era uno de ellos. 

-No me apetece para nada ir a esa caza brujas - refunfuñaba Karen al tiempo que seguí a Audrey y a la Baronesa Viuda hacía el carruaje que las llevaría a casa de los Pembroke.

-¡Niña! ¡Corrige ese vocabulario!- se indignó la Señora Royne.

-¿Votamos quién quiere ir? Deberíamos de poder votar las decisiones como esta...- se sentó la pelinegra en uno de los sillones del vehículo cruzando los brazos por delante de su pecho con el gesto totalmente ofendido. 

-Vamos Ka...sé razonable... ya somos unas mujercitas...no podíamos alargar más este momento- alegó la pelirroja sentándose a su lado y colocando sus guantes blancos muy bien dispuestos sobre su falda púrpura. 

-Deberías aprender un poco más de tu hermana - sentenció Audrey amonestando a través de sus ojos añiles. 

-Ay, por favor, dejad de discutir... ya sabéis que me mareo en estos trastos- añadió Bethy ,subiendo la última y sentándose a un lado un tanto estrecho. No era que no tuvieran más carruajes sino que se empeñaban en viajar juntas . 

Las ruedas del carruaje iniciaron su labor y el camino a la propiedad de tía Ludovica pasó rápido debido a la tertulia entre las jóvenes ,puesto que la Baronesa cayó dormida sobre una esquina a medio recorrido. 

-Señora Royne- tocó Gigi con su mano ya enguantada el brazo de cuya anciana despertó con un ronquido provocando la risa histérica de Karen- señora Royne, ya hemos llegado - medio sonrió la joven llevándose una sonrisa de la viuda de vuelta para luego mirar con desaprobación a la otra melliza. 

Las cinco respetables damas descendieron del vehículo con sus majestuosos y pesados vestidos deslumbrando a cual estuviera presente- casi toda Inglaterra-  para ser recibidas como merecían por los anfitriones : Rudolph y Ludovica, sus tíos por vía paterna.  

La bella Georgiana llamaba mucho la atención, no tardaron nobles y caballeros en acercarse sutilmente para ser presentados a esa joven de belleza tan extraordinaria. Toda una beldad por excelencia, sólo había una cosa que no agradaba al sector masculino de esos lares y era la mirada inteligente que la dama en cuestión movía orgullosa hacia todas las direcciones. No era que los hombres no gustaran de una conversación interesante con una mujer pero por norma general, preferían desposarse con jóvenes fáciles de manejar y poco avispadas.

Tras un sinfín de presentaciones, salutaciones y de besos en el dorso de la mano enguantada, fueron guiadas  hacia su recámara  para que pudieran asearse y cambiarse el traje de viajar por uno más acorde a la situación. La joven de la cabellera escarlata, rápidamente fue preparada por la señorita Murray con un vestido de color amarillo pastel bastante vaporoso. 

Manto del firmamentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora