O9.

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Cuando me levanté, luego de cinco minutos de puros gritos provenientes de John y Gilbert, comencé a prepararme. Hoy decidí ponerme unos pantalones blancos, con una camiseta celeste, y mi saco negro por encima.

Muchos dirían que es ridiculo que me vista como un hombre, cosa que hace la mayor parte de Avonlea, pero poco me importaban sus opiniones.

Luego de desayunar en un silencio cómodo, y tomar mis cosas, me dirigí a la escuela sin Gilbert, ya que este no estaba listo todavía, y me había aconsejado que llegara temprano sin él, que luego me alcanzaría.

No tenía ganas de ir hoy, pero este día nos tocaba clase de biología, y amaba esa materia. Apure el paso por la emoción.

Al llegar Los murmullos inundaban el lugar, mientras que una ronda yacía en el centro de este.

— ¿Cómo se te ocurre venir vestida de esa manera? — habló lo que creo es el Sr. Phillips.

— Y-Yo me visto así siempre.

Al poder, finalmente, adentrarme a la ronda y ver que sucedía, pude ver como una niña, vestida con pantalones, al igual que yo, estaba en un estado de nerviosismo y miedo parada frente al profesor.

— Abra las manos— dijo el profesor, mientras se dirigía a su escritorio y del primer cajón sacó una gruesa regla de madera. — Todos a sus respectivos asientos— ordenó— a menos que la quieran acompañar— agregó amenazadoramente. Todos le hicieron caso, menos yo, que me quedé parada en medio del salón. — Señorita Sharley, por favor, tomé asiento— señaló el lugar que me correspondía con la regla. Negué— Por favor.

— No. Debería castigarme también , si lo hace porque ella usa pantalones, y yo también los uso— me posicione junto a la chica— adelante; veremos que dice el grupo de madre progresistas sobre el trato que le da a sus alumnos.

Abrí mis manos, esperando el golpe de la regla, el cuál nunca llegó.

— Ambas, váyanse a sus lugares.

Hicimos lo que nos pidió, sentándonos a la par, podía sentir como todas las miradas estaba clavadas en mi.

— Atención— dijo el profesor y siguió con la clase.

Luego de un momento la chica habló.

— Gracias.

— No tienes que agradecer, era toda una injusticia que alguien hiciera algo como eso. — le dije, dedicándole una sonrisa.

En ese momento Gilbert entró por la puerta.

— Lamneto la tardanza, señor Phillips, no volverá a suceder— dejó su abrigo y se sentó en su lugar.

— Que no vuelva a pasar, Blythe— dijo y siguió escribiendo en el pizarrón.

Silencio.

— Por cierto, mi nombre es Tracy Sondan. Vengo de Texas, Houston.

— Yo soy Amabeth Morgan Sharley, pero puedes decirle Amy. Y vengo de Francia, Paris— le dije con una sonrisa.

Luego de eso seguimos con la clase, aunque no faltaron las risas y susurros entre nosotras, que llamaba la atención del profesor, el cual no decía nada, y los compañeros de la parte contraria del salón.

Cuando por fin sonó la campana, que indicaba el inicio del almuerzo, salimos Tray y yo fuera. Sentimos unos pasos detrás nuestro y ambas nos giramos asustadas.

— Lo siento, mi intención no era asustarlas— sonrió Gilbert— solo venía a darle la manzana que olvidó agarrar hoy Amabeth.

— Soy muy despistada — reímos — y sabes que puedes decirme Amy.

— Claro, y por cierto — habló sacando la manzana de detrás de su espalda, recibiendo de mi parte una sonrisa.— un viejo gruñón quiere que me acompañes a la ciudad. — se refería a su padre, claramente.

— ¿Hoy? — asintió— de acuerdo.

Y cuando me quise dar cuenta, Josie Pye y su clan de estupidas ya estaban acosando a Tray.

— Hola chicas— sonreí.

Empezamos a discutir, o mejor dicho yo discutía, ya que ellas sólo decían cosas incoherentes.

— Hola, niñas— habló Gilbert a mis espaldas— Si me lo permiten, me llevaré a esta señorita— me señaló, tomó mi mano y me sacó de allí. Sus caras de indignación porque las llamó "niñas" y a mí "señorita" eran épicas.

Esperen... "señorita"...

¿Eso que mierda significa?

— ¿Que necesitabas?— pregunté cuando nos sentamos en su banco, dentro del aula.

— Me estaban dando dolor de cabeza las idiotecez que decían las niñas— me reí por el apodo que le había puesto al grupo.

Y ahí me di cuenta que Tray no estaba conmigo, en cambio, estaba afuera riéndose con las que hace minutos atrás estaba peleando. Creo que esa no es la forma correcta de agradecerle a alguien por salvarla de un horrible castigo. Pero yo no obligaría a nadie a que sea mi amigo, y mucho menos le prohibiría tenerlos.

Decidí no darle importancia al asunto hasta que el tema llegó: el beso.

— Nunca pude decir algo sobre lo qué pasó en el juego, el otro día...

Sonó la campana.

— Lastima, tendremos que hablarlo en otro momento.

— Claro, pero de esta no te salvas.

Y de lo que no me había dado cuenta, es que en el viaje no tendría escapatoria.

./•|•\.

Hoy no tengo dato :/

Perdón por estar tan inactiva, pero es que la escuela me mata, y estoy en la época de fiestas deXV y estoy media muerta.

Y perdón si el capítulo les pareció corto 🙏

Bye bye, weird people

parisian.Where stories live. Discover now