Capítulo 2: "A la suerte, hay que ayudarla"

Comenzar desde el principio
                                    

Ella se quedó en silencio un buen rato para mientras que yo me mordía el labio y rogaba para que ella aceptara a mi plan. Tanto lo que ella decía, como lo que yo decía, también era una mezcla de problemas, dificultades y responsabilidades que tendré que tomar el riesgo cuando me involucre en algo que yo no tenía preparado en mi vida.

—Siempre he pensado que eres una gran persona, hija. Estoy de acuerdo que quieras ayudar a ese chico pero debes de ir despacio y con cuidado para no dañarlo porque... —Ahora yo la interrumpí.

—Porque la persona ya está dañada físicamente y no debemos de dañarla emocionalmente. —Repetí su emblemática frase.

La mano de mi mamá se posiciono en mi mejilla para luego sentir como sus caricias me brindaban seguridad y suerte ante lo que quisiera hacer.

— ¿Entonces? —le pregunté con emoción.

—Hazlo, si no recuerdas alguna que otra técnica o táctica me avisas y quizás así te pueda recordar de alguna que se te paso por alto en el proceso —asentí.

—Te quiero mucho, mamá —la abracé.

—Yo mucho más, cielo —dejó un beso en mi frente.

—Me voy, se me hace tarde. Nos vemos luego. —Le dejé un beso a ella en la mejilla.

—Está bien, cielo.

Esta vez sentía que por primera vez voy a hacer algo mejor que solo hacer mi rutina diaria, lo que aún me seguía preocupando es cómo iba a convencer a ese chico que a pesar que su vida cambio momentáneamente puede lograr muchas cosas sin tener su vista a bordo en esos instantes. Por una parte me preguntaba sí el accidente pudo haber sido tan grave para que él quedara siempre ciego o que solo es por un plazo de tiempo que llegué a durar hasta que se le presente un proceso de mejora, y así llegar a hacerle una cirugía u operación, de todos modos, todas esas cosas las iba a terminar averiguando ya que por el momento ya tengo lista mi decisión.

(...)

La tarde se pasó tan rápido que no pude hablar con Selene por lo mismo que me había concentrado en el examen, desde la mañana había observado como Arath se encontraba muy tranquilo que ni le preocupaba si el examen llegará a ser difícil o no, lo que quizás terminó por abrumarme y desconcertarme más fue cuando me dijo que se le había olvidado que para hoy tenemos un examen y que el resto de la tarde se la había pasado comiendo pizza y viendo su partido favorito.

No podía creer como mi amigo no sé preocupa por esa materia y lo más increíble es verle las notas altas cuando apenas se levanta en la clase cuando lo terminó despertando o cuando solo pasa escribiendo en su cuaderno el nombre de Jane como si fuera un adolescente.

Después de haber hecho el examen, no mentiré que lo había sentido tan fácil como lo habrán sentido ciertas personas de la clase, pero por lo menos me sentía segura que las cosas que había contestado están buenas, lo mejor de ello es que varios se pasaron la copia por medio de un papel que se lo iban pasando cuando el profesor Thompson no se daba cuenta, eso solo hizo que mi rabia se fuera consumiendo y quisiera terminar delatándolos pero como no soy una soplona me quedé callada.

— ¿Cómo te fue en examen? —preguntó Selene.

—Espero que bien, hice lo mejor que pude pero como siempre la filosofía me complica algunos pensamientos míos —me rasqué mi brazo.

—La idea es que despejes la mente cuando resuelvas un problema, porque si tienes muchas cosas en que pensar no estás ni siquiera al punto de llegar a una conclusión. —Miré de una manera extraña a Arath.

— ¿Despejas la mente unas horas antes del examen? —enarqué la ceja.

—Solo medito por unos cincos segundos sí estudiar o no... y no me complico la existencia así que solo digo que no —crucé los brazos.

Ojos que no ven, amor que se sienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora