Flojos de pantalón

Start from the beginning
                                    

Las relaciones para Aurora son así, pequeñas ensoñaciones tangibles que un día se evaporan sin más, dejando apenas un halo que se va difuminando paulatinamente hasta que no queda nada. Ni una marca, cicatriz o señal. Ni un moretón o golpe que moleste un poco aunque sea, no logran dejarle huella alguna.

—La verdad es que estoy flipando —Cris niega con la cabeza, recogiendo las cosas que ha dejado sobre la mesa. Está indignadísima—. No quería hacer caso a lo que había oído por ahí, pero ya veo que he sido una gilipollas.

—¿Oír de qué? —Por primera vez en toda la conversación, Aurora se muestra realmente interesada.

Cris la traspasa con la mirada.

—De lo que se dice sobre ti, que eres una terrorista emocional.

La chica suelta una tremenda risotada.

—¿Y quién es el pelele que dice esas tonterías?

Cristina la mira, no da crédito a lo que está escuchando.

—Todas las personas con las que has salido, Aurora —responde más calmada—. Todas.

La chica se queda entonces paralizada, sabe que Cris está enfadada, que solo quiera hacer daño. Ella no es ninguna terrorista emocional, ni mucho menos todos sus ligues van diciendo ese tipo de cosas. Tiene algunos algo rencorosos, como el Gabriele y su masculinidad frágil, pero de ahí a ponerla verde sin distinción pues hay un paso.

—Lo que te pasa es que estás enfadada y quieres pagarlo conmigo —le suelta por lo bajo, zafándose de toda responsabilidad.

Cristina la sobresalta dando un golpe enorme sobre la mesa, haciendo temblar los vasos y botellines de cerveza. Aurora se ha dado un susto de muerte, pero más miedo da todavía el gesto de enfado que tiene la joven.

—¿Tú te oyes cuando hablas? —Bufa, exasperada—. O sea, faltas a las citas, apagas el teléfono para no tener que dar la cara, ignoras mis llamadas durante días y ahora resulta que me he enfadado de la nada, así por gusto, y lo estoy pagando contigo que pasabas por ahí, ¿no?

—Estás siendo muy dramática, Cristina. Si te alteras así por un par de quedadas no sé lo que harás, vete tú a saber, cuando se te muera alguien, por ejemplo. La vida tiene cosas muy jodidas y las relaciones personales son una gilipollez en comparación con todo lo que puede pasarte.

—Bueno, lo que me faltaba ya por escuchar —se levanta, indignada—. Mira Aurora, se supone que tienes casi veinticinco años, pero parece que no llegues ni a los trece. Yo discuto con adultos, no con adolescentes incapaces asumir las consecuencias de sus actos.

—Pero a ver, que no fui a tu concierto, que está mal —admite—, pero bueno tía, que no pasa nada. Me disculpo y ya está.

—Claro que pasa, ¡claro que pasa! —se lleva una mano a la frente, parece estar conteniéndose—. Vamos a ver, no puedes tratar a las personas como si fuesen cosas con las que pasar el rato de vez en cuando y ya está. La gente tiene sentimientos, emociones.

—No teníamos una relación seria, cuando algo no es serio está de más dar explicaciones.

—Pero no tener ciertos cuidados. Que no tengas pareja no sirve de excusa para desentenderte de las personas, ¿sabes?

Aurora desvía la mirada, diciéndose a sí misma que no tiene por qué estar aguantando los reproches de alguien con quien no ha tenido ningún tipo de compromiso, pero en realidad es incapaz de dirigirse a ella directamente. En el fondo sabe que lo ha hecho mal, aunque no quiera admitírselo por nada del mundo.

—Pensé que todo lo que se decía eran rumores de la prensa o invenciones de algunos ex tuyos para ganar pasta, pero la verdad es que no se alejan demasiado de la realidad.

Giro de guionWhere stories live. Discover now