Capítulo 30 ❤

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Nunca pensé que volvería a este hospital tan rápido luego de haber encontrado a Ayden herido en mi puerta

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Nunca pensé que volvería a este hospital tan rápido luego de haber encontrado a Ayden herido en mi puerta. Pero aquí estoy, tan solo pocos meses después de ese día, con el mismo hombre en una sala siendo curado. Aquellos moretones no se ven tan mal como lo hacían hace un rato, pero lo que más me preocupan son los cortes de la cuchilla que BigCan logró hacerle.

Sin embargo, luego de haberme cerciorado de que nada malo podría ocurrirle aquí a Ayden, fui en busca de más información de Jaxon, así como lo había hecho minutos antes. Aún sin respuesta. Estaba sintiéndome realmente neutra en aquel entonces, pero justo ahora, que las horas corren con lentitud y el shock desaparece, puedo notar de a poco los síntomas del desenfreno y la preocupación comenzando a elevarse por mi interior.

Han pasado más de tres horas y lo único que las enfermeras dicen es que están haciendo todo lo posible. ¿Posible para qué? ¿Revivirlo? ¿Intentándolo tres malditas horas?

Estoy volviéndome loca con todo lo que hay en mi mente. Sin poder evitarlo, revivo una y otra vez lo sucedido. Kiefer desvelando la gran y asquerosa noticia de ser el padre de Ayden, Ayden explotando contra él con palabras. Kiefer apuntándolo con un arma y luego yo poniéndome sin pensar frente a Ayden con la intención de salvarlo. Entonces, aparece Jaxon con la misma idea de protegerme, siendo él quien recibe la bala. Y Dios, su sangre se desparrama por el suelo y mancha mis manos.

Entonces, el enojo aparece dentro de mí, haciéndose un pequeño espacio entre la tristeza, el remordimiento y la impotencia. ¿Por qué demonios lo hizo? ¿En qué pensaba cuando se puso en medio? Yo ya era consciente de lo que me sucedería luego de ponerme frente a Ayden, pero Jaxon no pensó en nada. ¿Y su hermanita qué? No pensó en ella, en su vida fuera de ese oscuro agujero, ni en lo que podría pasar si él moría. Fue egoísta, un egoísta que primero me regaló al enemigo, luego intentó salvarme y recibió una bala en mi lugar. Y por supuesto que le estoy agradecida por salvarme la vida, pero nunca lo hubiera preferido. Su hermanita no tiene a nadie más, son solo Jaxon y ella, según lo mudo que repentinamente se volvió él cuando pregunté sobre ellos. Y claro, estaba la tal Trish, pero parece tan joven que dudo que pudiera hacerse cargo sola de una niña, aunque bien podría estar yo equivocada. Una cosa es cuidar a un niño algunos días a la semana y otro es toda la vida.

Aun así, otra de las cosas que mi cerebro ansia ordenarle a mi cuerpo es golpear, tan solo una vez, a Jaxon por hacer tal estupidez. Solo si sobrevive.

No habíamos tardado tanto en llegar hasta aquí, si bien estábamos bastante lejos. Pero, por supuesto, siempre hay caminos cortos que te permiten acortar el tiempo, por lo que en cuarenta agónicos minutos estábamos pasando cerca de mi casa en dirección al hospital.

Luego de haberle disparado a Kiefer, BigCan, quien sorprendentemente está vivo, intentó ayudar con Jaxon. Su voz profunda, llena de furia y venganza desapareció ni bien vio caer muerto a su más grande enemigo. Sus hombros habían caído con pesadez y alivio, como si aquel hombre hubiera llevado toda una pesada carga durante un tiempo demasiado largo. Por último, susurró unas palabras dirigidas hacia el techo, o posiblemente hacia el cielo, en un triste murmullo: «Al fin están libres».

Mi huésped, Ayden (Mío #1)© DISPONIBLE EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora