Capítulo 2: Detonante.

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No supo cuánto tiempo estuvo inconsciente, pero sí que notó la rapidez con la que su rabia aumentó al ver al joven híbrido sentado frente a él.

-B-bastardo... ¿Dónde n-narices estoy? ¿Y tú que c-coño haces a-

Bakugou se interrumpió a sí mismo cuando empezó a toser descontroladamente.

-No deberías hablar y menos gastar tantas energías en enfadarte después de todo lo que has provocado –respondió Todoroki mientras le ofrecía un vaso de agua a Katsuki, quien se recostó contra la pared de la habitación y rechazó bruscamente el vaso.

Todoroki negó con la cabeza y se encogió de hombros mientras mantenía su semblante serio.

-Bueno... ¿me puedes responder dónde diablos estoy y qué cojones estoy haciendo aquí contigo? –formuló Bakugou, después de aclararse la garganta.

-Hum. Te contaré un poco lo que pasó después de que, no sé por qué motivo, decidieras volar por los aires un puente de aquí cerca –Bakugou apretó los dientes y puso los ojos en blanco mientras vislumbraba cómo Todoroki hacía un amago de sonrisa-. Como iba diciendo... Creaste una explosión de gran calibre que provocó el derrumbamiento del puente. Al parecer, no pudiste reaccionar a tiempo y varias rocas cayeron encima de ti. Tuviste suerte de que pasara por allí, ya que en un principio iba a quedar con Midoriya y los demás en el centro comercial, pero debía ir primero al hospital, así que me retrasé un poco... -desvió la mirada pero enseguida prosiguió-. Al oír la explosión, me acerqué corriendo y te vi tendido en el suelo. Cuando bajé, ya habías perdido la consciencia y fue más difícil moverte. Te saqué de allí y como seguías sin despertarte y tenías un esguince y heridas profundas, te traje a mi casa.

Todoroki dio un sorbo al té que se había preparado y observó la reacción de Bakugou, que no fue otra que levantarse y gritar despropósitos contra el mitad pelirrojo. Sin embargo, nada más ponerse de pie, se tambaleó y cayó de nuevo al lugar dónde se encontraba al principio. El rubio refunfuñó por lo bajini e hizo una mueca de dolor al darse cuenta, por las malas, de que el tobillo le dolía como nunca y su brazo derecho estaba magullado, aparte de un gran corte que le recorría toda la frente y que Todoroki había intentado tapar con una venda.

Después de caerse y de que el otro joven no dijera nada más, el rubio observó con detenimiento la habitación en la que se encontraba.

Así que esta es la casa de los Todoroki...

Pensó Bakugou observando la habitación en la que se encontraba, la cual estaba decorada al estilo japonés de los años 50 y que parecía ser el salón de la casa.

Volvió la mirada hacia el híbrido y, con resignación, al darse cuenta de lo mal que estaba y de que el mitad albino sólo quería ayudar, tomó el vaso que antes había rechazado.

-Todavía estoy esperando oír un gracias de tu parte –dijo el medio albino, intentando ocultar una sonrisa de satisfacción.

Katsuki escupió el agua que estaba tomando y gritó con la voz más o menos recuperada:

-¡¡YO NO TE PEDÍ QUE ME AYUDARAS!! ¡Tú lo hiciste por qué quisiste! Es más, ¡podría denunciarte por secuestro ya que me has llevado a tu casa contra mi voluntad!

-Te he traído aquí, pero no te estoy reteniendo, si quieres, puedes irte –respondió Todoroki al mismo tiempo que señalaba la puerta de salida.

-¡OH, CREÉME QUE ME IRÍA ENCANTADO SI PUDIERA ANDAR DOS PASOS SIN CAERME!

El híbrido dejó escapar una risa ante el comentario de Bakugou.

-Venga, no te enfades, que era una broma. No hace falta ni que me des las gracias, de todos modos ya sabía que no ibas a dármelas. Esa es la diferencia entre tú y yo, yo hago cosas buenas sin esperar nada a cambio.

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