Mi segundo día en Madrid

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Los dos primeros días habían pasado bastante rápido, era un poco caos acostumbrarse al ritmo de trabajo porque, salvo Ana, nadie parecía tener tiempo para pararse a explicarme nada. Así que trataba de absorber la máxima información posible sin molestar, ni interrumpir a nadie. Estaba concentrada intentando acabar uno de los trabajos que me había encargado Álex cuando noté a alguien detrás que me habló de repente, no pude reprimir el grito.

- No soy tan fea como para asustarte, espero- dijo riéndose.

- ¡qué susto Ana!

- Solo venía a recordarte que a las 22:00 tenemos una cita ¡no te olvides!

- No tengo muchos planes así que tranquila no me voy a olvidar, además tengo muchas ganas de conocer a tus amigos los músicos- vi como Ana se dirigía al marco de la puerta del despacho de Álex donde yo estaba trabajando

- ¿Te paso a buscar por tu hotel?

- Si puedes te lo agradezco- le sonreí y me devolvió la sonrisa mientras se iba

Las horas de la tarde se habían fugado del reloj, igual que las de los días anteriores, cuando fui consciente de que hora era ya habían pasado más de 20 minutos del final de mi jornada laboral. las luces de la oficina empezaban a apagarse y pocos eran los ordenadores que seguían encendidos. Recordé que había quedado con Ana, aún tenía que darme una ducha y vestirme para salir a cenar, así que ya iba algo justa de tiempo. Salí algo apresurada de aquella oficina, en cinco minutos ya estaba en el metro de camino a ''casa''.

Al llegar rebusqué en la maleta, me probé dos conjuntos y me decanté por el segundo. Me duché tan rápido que casi no le di tiempo a la piel a mojarse, me sequé el pelo y dediqué algo más de 10 minutos en encontrar la posición perfecta para el flequillo, que hoy estaba algo rebelde, mientras retocaba el eyeliner comenzó a sonar mi teléfono, respondí sin mirar ni la pantalla.

- ¡Holaaaa! – la alegría de ese saludo me hizo sentir la peor persona del mundo, ayer había llegado cansada de trabajar, él me llamó, pero estaba tan agotada que le dije que mejor hablábamos hoy, pero claro, ayer no recordaba que ya tenía planes- Aitana, ¿estás ahí?

- Perdona cosita- inteté ordenar las palabras en mi mente para construir frases que me ayudasen a salir de esta- cariño, ayer estaba tan cansada que olvidé que hoy había quedado con una compañera de trabajo para ir a cenar, ella debe estar a punto de llegar así que hablamos mientras acabo de arreglarme y mañana te llamo y hablamos más tiempo ¿vale?

- Ayer mañana era hoy, hoy es mañana, y mañana ¿cuándo será? ¿pasado? Esa es la razón por la que las releciones a distancia son una mierda, llevas 2 días ahí y ya nos estamos distanciando.

- No seas dramático Vicente, estoy cansada y ubicándome, nada más. Te echo mucho de menos, a ti, a mis padres y a mis amigas, pero no por ello me voy a convertir en una especie rara de monja de clausura - sabía que si no quería que se enfadase me acababa de adentrar en una senda peligrosa, así que traté de suavizar un poco el tono de la conversacón- No me di cuenta cuando hablamos ayer, disculpa.

- Sabes que... no tengo ganas de lo poco que hablo contigo sea para discurrir, así que Aitana, cuando tengas ganas de hablar conmigo me llamas, ¡adiós!- era la primera vez en seis años que me colgaba el teléfono, la verdad es que era muy raro que discutiésemos, yo no me solía enfadar, la verdad es que no recordaba haberlo hecho nunca, y no entendía muy bien porque le había sentado tan mal esto... pero bueno, mañana será otro día y ya encontraré la forma de arreglarlo.

Seguí con aquella ralla del ojo, que parecía resistirse más que el flequillo. Nada mas apoyar el pincel sobre el escritorio la pantalla de mi móvil volvió a iluminarse, en el fondo tenía la esperanza de que fuese mi novio admitiendo que había exagerado, deseándome que disfrutase de la noche y que mañana hablamos. Aunque después de todos estos años le conocía lo suficiente como para saber que eso no iba a pasar. En la balanza, su orgullo solía pesar más que cualquier otra cosa, por muchas ganas que tuviese de hablar conmigo.  Así que, definitivamente, él no era, vi el nombre de Ana acompañado de un escueto baja. Eché una última ojeada al espejo antes de salir por la puerta, la verdad es que este vestido negro me quedaba realmente bien.

Mi compañera estaba en medio de la recepción del hotel viendo el móvil, era una adicta a insta así que estaría subiendo alguna historia o cotilleando los otros perfiles.

- ¡Aitana! ¡ Pero qué guapa!- otra vez estaba colorada por la vergüenza de su comentario, agaché la cabeza y esperé a que se bajase la intensidad del color de mis mofletes para devolverle el piropo

- ¡ me encanta tu vestido!- podía sonar a un cumplido vacío, relizado desde la educación. Pero no, era en verdad muy bonito y ella era preciosa- Tú estas muy guapa, bueno como siempre.

- ¡ ayy que mona! Bueno, ¿ lista para conocer Madrid ?

Las posibles vidas (AITEDA)Where stories live. Discover now