—Atsushi-kun quiere que sea yo la persona que lo guarde —Respondió, mostrando al fin su posesión a todos.

***

Durante horas, debatieron sobre qué hacer o no con el libro. Fue llevado a cabo por todos los presentes y no solo por los líderes de las tres organizaciones, todos buscaban la seguridad del libro y, por una vez, no lucrarse del arma más poderosa que jamás podrían haber obtenido.

—Quiero que el libro se lo quede Dazai-san —Secundó Atsushi el tema— si yo lo he encontrado, si es mío y me pertenece, yo tengo la decisión final.

Mori se rio en voz alta, todas las miradas se dirigieron a él, quien estaba sentado en el extremo de la mesa, con Chuya y Akutagawa a cada lado de él.

—Si tu decisión se basa en que nuestro amigo suicida no tiene ambiciones y pronto abandonará el mundo de los vivos quedándose ese libro perdido de nuevo, temo decirte que te equivocas, pequeño tigre.

Dazai reprimió una sonrisa ladina, sabía bien a que se refería el jefe de la mafia, cuando él mismo en el pasado confió en un niño suicida para planear el asesinato del anterior jefe de la mafia, cuando Mori pensó que era la mejor opción, pues el chico que era el único testigo acabaría muerto por su propia mano y, después, se llevó la sorpresa de que Dazai era un chico más inteligente de lo que él mismo pudo anticipar.

Ignorando como Atsushi peleó con Mori, defendiendo su postura de porque Dazai-san era la mejor opción, los ojos castaños cambiaron de dirección hasta chocar contra aquellos ojos azules en los que le encantaba perderse, y, sin embargo, esta vez sentía que el océano con el que le gustaba compararlos, se encontraba detenido por la tristeza que reflejaba.

Dazai ladeó la cabeza, preguntando en un solo gesto qué le ocurría. Chuya le entendió perfectamente, pues si de algo había servido su asociación y la cantidad de años que habían pasado uno junto al otro, era a comprenderse sin la necesidad de palabras y ser capaces de tener una conversación con solo cruzar sus miradas.

Chuya apartó su mirada y Dazai entendió que Chuya no quería hablar con él, al menos no así, no en ese momento y con todos los demás mirando.

—¿Por qué no lo sometemos a votación? —Sugirió Kunikida.

***

La casa de Chuya era grande y acogedora y Dazai odiaba que le gustase tanto, no tenía un motivo en concreto por el cual odiarla, simplemente le costaba aceptar que las cosas de Chuya realmente le gustasen.

Al igual que le ocurría con la relación entre ambos, no fue fácil de aceptar y por supuesto no nació de la nada, tuvieron que trabajar duro y durante años se negaron a aceptar que necesitaban algo más del otro, se conformaban con noches esporádicas de sexo y nada más, pero en algún punto del camino Chuya quiso más y Dazai sintió que por primera vez quería darle más.

Dejó caer el libro, como si no fuese el objeto más poderoso de su universo, sobre la mesita de café de Chuya, quiso acomodarse en el sofá por lo que comenzó a desvestirse. Su abrigó se había quedado en el perchero de la entrada, por lo que comenzó a deshacerse uno a uno de sus botones, los desabotonó todos lo más despacio posible, esperando que Chuya llegase y se los quitase él personalmente. Se quitó el bolo y lo dejó con cuidado junto al libro, y después tiró contra otro de los sofás de Chuya su camisa, quedándose tan solo con sus vendas y pantalón. Se tiró sobre el sofá, tumbado y estiró su mano para alcanzar el mando del aire acondicionado encendiéndolo.

La brisa fría movió su cabello, el frio eliminó el excesivo calor que había albergado su cuerpo durante las últimas horas y lo hizo caer en un estado de somnolencia. Sus ojos comenzaron a dejarse vencer por el sueño y lo habrían hecho si el sonido de la puerta no le hubiese alertado de que Chuya ya estaba en casa.

Remember That I Love You (Soukoku) [One-shot]Where stories live. Discover now