Capítulo 34.

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Dani:

Soy un puto idiota.

Ya es oficial.

Golpeé rápidamente con mis puños las taquillas, tratando de liberar mi ira, pero en realidad sólo hizo que me calentara más.

Cuando me enfado, mi furia se hace cargo de mí y es como si no estuviera allí. Yo no soy el que habla. La rabia lo hace por mí.

Me ciego y no se lo que hago hasta que me equivoco en algo.

Por el momento ya había terminado de maldecir mi vida contra las taquillas, mi pecho subía y bajaba violentamente hacia abajo y arriba, mis nudillos llevaban una costra roja, el sangrado se añadía a mis puños ya golpeados por mi pelea con Hugo anoche.

Negué con la cabeza, pasando mis dedos por mi cabello mientras tiraba de los extremos.

Tengo que hacer las cosas bien con _____ porque si no lo hago, me voy a volver loco.

Ella es como una droga. Una droga de la que no puedo tener suficiente.

No importa lo mucho que me moleste, enfade o me irrite, todavía me preocupo por ella.

Simplemente algo dentro de mí no va a dejarla ir.

Tenía que encontrarla y hacer las cosas bien de nuevo. Aunque no merezca mi perdón, todavía quiero intentarlo.

Haciendo caso omiso de las miradas que recibía de los que me rodeaban, corrí por el pasillo en busca de _____. La campana no había sonado todavía lo que significaba que aún tenía unos minutos antes de que la clase comenzara.

Al doblar la esquina, me quedé mirando por encima de las cabezas de todos para ver si podía ver su pequeña figura en algún lugar. No la vi.

Suspirando, comencé a caminar en la dirección opuesta, tratando de seguir los pasos que ella había hecho. Ella tenía que estar cerca. Podía sentirlo.

Recordando cuando ella estaba en su casillero, tomando los libros que ella necesitaba para clase y uno de los primeros que agarró era de Historia.

Si tan solo supiera la clase que era.

"Tú!" Agarré el brazo de un tío, girándole para que se pusiera cara a cara. "¿Sabes donde esta la clase de Historia?"

Sus ojos estaban abiertos a la vez que su rostro desprendía un destello blanco. Parecía como si hubiera visto un fantasma.

Rodé los ojos. "¿Lo sabes o no?" Escupí. "No tengo todo el puto día."

Eso pareció hacerle reaccionar porque fervientemente asintió con la cabeza. Tragando saliva, se pasó la lengua por los labios. "Es-Es la sala 210B."

Le solté el brazo, asintiendo con la cabeza. "Muy bien, gracias."

"No hay problema." El dijo en un chillido antes de que le diera unas palmaditas en el hombro y me alejara prácticamente corriendo hacia las clases.

Corriendo por las escaleras para llegar a la segunda planta de la escuela, empecé a caminar por el pasillo leyendo los números de las puertas y empujando a los chicos que me impedían el paso a mí alrededor.

Una vez que estaba llegando a la clase 210, desaceleré ligeramente. Estaba perdiendo mi aliento y me comenzaba a cansar. Básicamente he estado persiguiendo a esta chica por lo que parecieron horas cuando en realidad, solo fueron unos minutos.

Me tomó un tiempo, pero al final encontré la habitación y la chica a la que estaba buscando. "____!" Grité causando que algunas cabezas se dieran la vuelta y miraran.

Danger. [Daniel Oviedo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora