En tus manos

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¡Hola, pedacitos de amor! ¿Creyeron que había dejado a la mitad el reto de escribir un fanfic por mes durante todo el año? No los culpo, yo también lo hubiera pensado, pero no fue así; en realidad me las arreglé para cumplir con el reto hasta ahora, sólo que no había podido transcribir de mi cuaderno al ordenador (ya ven que funciono a la antigüita). En fin, ahora que pude transcribir todo, tendremos cuatro actualizaciones juntas.

Este fic corresponde al reto de abril, un fanfic inspirado por otro fanfic. Hay muchísimas historias que me encantan en la red, pero elegí una de mis favoritas en el mundo mundial: Gomonogatari, escrito por la fabulosa NaranjaMorada, a quien dedico esto con gran cariño (perdona por no pedirte permiso antes de publicarlo, quería que fuera una sorpresa. Espero no arruinar mucho tu hermoso trabajo). Si no lo han leído, les dejo el enlace, para que puedan entender esta historia después:

https://www.fanfiction.net/s/11260072/1/Gomonogatari

Sin hacerlo más largo, les dejo con la lectura. Espero que la disfruten.

Disclaimer:

Los personajes de Free! Iwatobi Swim Club pertenecen a su creador original, Koji Oji.

La idea original pertenece al fanfic de NaranjaMorada (Gomonogatari), yo sólo me inspiré en ella para dar continuación.

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Frunció el ceño y gruñó bajito. Tenía los codos sobre la mesa, el rostro sobre las manos y la mirada clavada en algún lugar de la pizarra.

Habían pasado dos semanas desde el incidente con el Aoandaon y, aunque nadie lo había mencionado, las cosas no iban bien. Gou escuchaba susurros por las noches, una voz gutural, burbujeante e ininteligible. Aunque estaba tan cansada que apenas si podía mantenerse en pie, tenía aún la suficiente lucidez para notar cómo a Haru no le iba mejor; sus ojos se habían hundido en dos bolsas oscuras, tenía el rostro demacrado, le costaba trabajo prestar atención y manifestaba una necesidad de estar dentro del agua que, incluso para él, resultaba descomunal. Makoto y Nagisa habían mostrado síntomas similares, sin embargo, luego de un par de días habían regresado a la normalidad.

Parecía obvio relacionarlo todo con aquel juego de otro mundo, no obstante, ningún integrante del equipo parecía tener el valor de sacar el tema a colación, como si hacerlo pudiera llevarlos automáticamente a través de la puerta del inframundo. No estaba segura sobre los demás, pero Gou no había recibido ninguna clase de amenaza explícita, simplemente algo en sus nervios se paralizaba cuando intentaba pronunciar palabra al respecto. Se preguntó por enésima vez si los demás habían experimentado lo mismo, si Makoto y Nagisa habían encontrado una forma de ahuyentar a los espíritus o si estos simplemente habrían desaparecido con el tiempo; se preguntó también si Haru estaría bien pasando tanto tiempo solo, en casa (ella al menos tenía la compañía de su madre, quien no sabía nada, pero era un consuelo por sí misma); incluso llegó a cuestionarse si era buena idea asistir con un terapeuta.

Y gruñó de nuevo. Era inútil. Sin importar cuánto lo pensara, no podía llegar a una conclusión razonable.

Ese día, igual que los anteriores, el equipo entrenó hasta tarde, en el único lugar que aún parecía seguro: la piscina, pero incluso si lo deseaban, no podían quedarse dentro del agua por siempre, la escuela debía cerrar y ellos debían regresar a casa, por lo que se deslizaron cual seres inanimados por todo el recorrido hasta la puerta principal de la escuela.

La pelirroja bostezó. Estaba tan agotada como preocupada. Arrastraba los pies al caminar, los ojos le lagrimeaban y sus párpados se cerraban involuntariamente.

Antes de la muerteWhere stories live. Discover now