El poder de la chancla

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– ¡Silver!, ¡Patrick!, ¡White! - Gritó el azabache sirviendo los huevos revueltos en los tres platos, ponía el jugo de naranja en la isla de la cocina - ¡El desayuno!

Pasos rápidos se escuchaban por las escaleras, el azabache limpiaba sus manos en el fregadero y veía a sus dos hijos correr a sentarse en los bancos.

– ¡Papi! - Sintió el pequeño abrazo en su pierna izquierda, su pequeña bebita White ya tenía dos años. Era de pelaje blanco con los ojos jade de su madre y su misma actitud. Chillona, amable, y enojona. Pero con las muecas y los gestos que habían salido igual a su padre.

– ¡Iugh!, ¡Papá!, Este jugo sabe feo - Patrick de unos seis años revisó el bote del jugó. No era de sorprenderse al esperar que el pequeño ya supiera leer a la perfección y entender muchas cosas que los niños de su edad no comprenden.

Era el hijo de la forma de vida perfecta. Era de esperarse.

El pequeño frunció su ceño mostrando la etiqueta a su padre de que el jugó había expirado hace una semana.

Silver arrugó la nariz cuando bebió el contenido del jugó, le dieron ganas de vomitar.

Patrick regañaba a su hermano por la tontería que había echo, el pequeño era azabache como su padre, los ojos del mismo color pero con las puntas de color rosa pastel.

Y se caracterizaba por ser muy inteligente, controlador, intimidante, pero con buen corazón, a veces, era una mezcla de emociones entre su padre y su madre.

Y Silver, era Silver, el hijo mayor de siete años quien discutía con Patrick.

– Dejen de pelear los dos - Shadow se interpuso en la discusión, los menores le devolvieron la mirada enojados y frunciendo su seño como él, exactamente como él.

Lo ignoraron olímpicamente mientras seguían discutiendo, el azabache rodó los ojos, podían ser tan escandalosos como su esposa. Qué por cierto, ¿Dónde estaba?, Lo más probable es que siguiera durmiendo de lo cansada que estaba.

Anoche los niños durmieron temprano y bueno, Ambos no quisieron desaprovechar la oportunidad. Shadow cargo a la pequeña White buscando entre las estanterías algún jugo.

– ¡Papi!, ¡Papidas!, ¡Papidas! - White estiró sus manitas al otro lado de la alacena, mirando las sabrosas papas que sus hermanos comían, y le daban a veces.

– Es muy temprano para que comas chatarra - El azabache agarró un jugo de durazno y tiró el jugó de manzana que les sirvió a sus hijos para poner el otro.

White frunció su ceño y infló sus mejillas, quería papitas, estaba haciendo un berrinche y jaló el pelaje en pecho de su padre. El azabache sintió el pequeño ardor. La eriza blanca quería la papás. El solo negó con la cabeza.

– Papá, no me gusta el jugo de durazno - Patrick se quejó al ver el bote de jugo.

– A mi sí me gusta, ¡Yo sí quiero jugó papá! - Habló Silver contradiciendo a su hermano. Al contrario, su hermano le dedicó una mirada aún más molesta que la anterior. No iba a tomar jugo de durazno por su culpa.

Y volvió la riña entre ambos, Silver quería jugó de durazno, y Patrick quería jugo de naranja.

Shadow sentía que su cabeza iba a explotar, tenía tan poca paciencia y él no pasaba mucho tiempo en casa por culpa del trabajo, pero ahora sentía que podía entender a Amy aunque fuera un poco.

Tener que lidiar con estos niños en las mañanas era un campo de batalla, ¿Cómo podía controlarlo todo?.

White al no recibir más atención de su padre, y no recibir esas papitas comenzó a llorar con fuerza.

Silver y Patrick seguían peleando por el jugó, hasta que Silver con su telequinesis floto el jugo de durazno y lo sirvió en su vaso. Patrick también quería servirse su propio vaso de jugo. 

Al ver a su padre tratando de lidiar con White acercó el banco a la estantería, y parándose de puntitas intentaba tomar el jugo que quería.

Pero Silver usó sus poderes primero, jugaba con el jugó, haciéndolo moverse de un lado a otro evitando que su hermano lo pudiera tomar.

Gritos, lloriqueos, risas, el azabache quería gritar por ayuda.

Y fue gracias a la presencia de alguien en el umbral de la entrada de la cocina, con el cabello alborotado y una chancla en su mano.
 
La mirada molesta de Rose los hizo callar, White dejó de llorar y talló sus ojos con sus manitas. Silver dejó que su hermano tomara el jugo y Patrick volvió a su lugar disfrutando de su desayuno junto con su hermano.

La pequeña escondió su rostro apenado en el pecho de su padre mientras él miraba asombrado la escena.

– Entonces ese es tu secreto - susurró el azabache acariciando la espalda de su pequeña hija.

Shadamy One-shotsOnde histórias criam vida. Descubra agora