Capítulo 7: Verano con Los Granger

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— Es un amor, ¿no creen? — exclamó Jean cuando ella se fue.

— Por supuesto... lástima que es esposa del diablo... — comentó Molly Weasley

— Será mejor irnos — dijo Arthur tras el comentario de su esposa — dejamos a Ginny sola en casa

...

Los Granger e invitados se subieron al automóvil, gracias a Dios los niños eran pequeños, todo quedo perfecto, luego de una larga hora, llegaron a la primera parada.

— Llegamos... — dijo la señora — ¿qué les parece si comemos y luego salimos a divertirnos?

 — dijo la señora — ¿qué les parece si comemos y luego salimos a divertirnos?

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— ¡Sí! — gritaron los cuatro al unísono bajándose del auto

Bajaron las valijas para adentrarse al lugar, todos observaban la acogedora casa en la que estaban, Hermione llevo a sus amigos al cuarto de huéspedes, había tres camas y una vieja televisión, la madre entró tras ellos, comentando que no se quedarían aquí más de un día, luego viajarían a un lago cerca, donde tenían una cabaña, ahí los tres niños tendrán su propia habitación.

Harry estaba emocionado, dormir en el armario abajo de las escaleras toda su vida y ahora tendrá una habitación propia era un gran cambio, Ron igual estaba emocionado compartía habitación con su hermana pequeña, Neville le sonreía a todo lo que veía.

— ¿Mamá?... — Hermione buscaba a su madre la cual se encontraba en la cocina

— ¿Qué sucede? — preguntó

— La madre de Neville me dijo que te agradeciera por invitar a su hijo a pasar las vacaciones aquí — comentó la castaña

— Oh, no debió es todo un placer... — dijo, Jean, que hacía de comer — deberías decirme su nombre

— Alice... — dijo Hermione

— Alice Longbottom — agregó Neville

— ¿Alice Longbottom? — preguntó asombrada — Alice... es un lindo nombre... Voy a mandarle una carta con Rainbow... — confesó Jean — ¿dónde viven?

— San Mungo... — contestó Neville

— ¿San Mungo? — preguntó — ¿es una colonia?, ¿una ciudad?, ¿un pueblo? — volvió a preguntar

— No, es... Un hospital para magos... — respondió Hermione

— Oh... eh, bueno yo... le mandaré la carta... — comentó algo incomoda.

— La seguridad de San Mungo es muy fuerte, no aceptan cartas de personas que no conocen... — explicó Neville — escriba la carta, pero lo pondremos a mi nombre, así para que le pueda llegar... — agregó

— Bien... no tardo — sacudió sus manos en su ropa — ¡Richard ven a revisar la comida, tengo algo que hacer! — grito mientras subía las escaleras

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