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Narra Astrid

Llegamos a casa de mis abuelos y nos sorprendimos mucho al ver que había varios carros estacionados.
Bajamos del auto y tocamos la puerta, no tardó para que mi tía Liz abrirá la puerta.
La miramos con sorpresa, pero esa sorpresa se borró y formamos un rostro de preocupación. Sus ojos estaban llorosos.

- que bueno que llegan, no le queda mucho tiempo - dijo y nos dejo entrar

Nosotros no sabíamos que estaba ocurriendo pero solo de ver la y con lo que nos dijo nos dió a entender que mi abuela o abuelo estaba grave.
Cuando llegamos a la habitación en los pasillos y habitaciones se encontraban parientes. Algunos no los conocía pero no les di importancia lo que quería saber era de mi abuela o abuelo.

Llegamos a la habitación y en la cama se encontraba mi abuela acostada y mirando por la ventana.

- abuela

- Astrid - dijo pero sin ver me

Nos acercamos a la cama

- abuela María - dijo mi madre

Mis padres estaban acostumbrados a llamar los abuelos junto con su nombre. Es una costumbre que se a dado en la familia.
No contesto. Después de decir mi nombre no volvió a hablar solo nos miraba.
A

sí estuvo como una hora y 20 minutos.

- Ama...

- ¿Que dice?

- Ama lo... A pesar de todo... - dicho esto fue cerrando sus ojos

- no, no, no,no ¡NO! - grito mi padre - ¡Abuela María! - dijo y la abrazo

Después de aquel grito todos en la casa soltaron el llanto algunos más que otros.
Yo permanecí firme, pero no pude evitar que lágrimas salieran de mis mejillas.
Mi madre se acercó a mí padre y lo abrazó

- deja la ir... - le dijo

Mi padre no paraba de llorar.
Heather me miro y ambas nos abrazamos.
En eso escuchamos que alguien había entrado a de ser mi abuelo, me asome. Era un hombre que yo no conocía, tenía la mirada perdida y triste.
Mi tía Liz se acercó a él
El solo negó con la cabeza, después la abrazo soltando el llanto por completo.

- ya no volverá, ya no lo hará

Todos se abrazaron y lloraron de nuevo.
Yo no comprendía a quien se refería.
Después llegó mi tía Liz a la habitación y nos dió la noticia. No puede ser... Mi abuelo... Falleció hoy.

Ya no aguante más y comencé a llorar.
Después de aquel noticia.
Dieron de comer, pero yo no quería comer no podía y no solo yo, algunos tampoco comieron.
Así paso el día, algunos hablaban y otros no, incluso algunos lloraban de nuevo. No es fácil perder a alguien.
Mi padre estaba destrozado, aunque aceptaba que las cosas y los seres vivos no eran eternos no podía evitar la tristeza que lo invadía.

- ella me enseñó a patinar, el me llevo a mis clases de guitarra... Estaban orgullosos de mi - murmuró entre lágrimas, su voz era temblorosa.

Mi padre comenzó a contar lo que mi abuela y mi abuelo habían hecho por el. A veces formaba sonrisas solo de recordar lo, de un momento a otro, los demás también platicaban de cosas que habían hecho junto con los abuelos, ya eran viajes a otros pueblos, salidas al cerro, campo, fiestas, cosas que habían hecho en su juventud. Eso ánimo a todos en el lugar incluso me enteré de cosas que no sabía de mis abuelos.

Al parecer mi abuela María era la mejor bailarina cuando era joven y que su abuela le había enseñado mientras que su padre trabajaba duro para poder comprar le sus primeros zapatos de baile.

Mi abuelo era amante de los deportes, eso ya lo sabía, pero lo que no sabía era que el mismo se había comprado todo lo necesario para practicar sus deportes, no importaba si eran cosas usadas o no, el se divertía.

Llego la noche y dieron de cenar, durante la cena seguían contando anécdotas y ya no solo de los abuelos si nos de ellos mismos.
Por fin conocí a ese hombre que entró.
Es mi tío abuelo para ser honesta es muy joven. Tome en cuenta que era el más pequeño de todos.
Nos comentó que el junto con mi abuelo habían hecho muchas travesuras y que nunca se estaban quietos.
Otra mujer de 47 años quien es mi tía dijo que ella le había comprado la figura de piedra que se encontraba en la entrada a la abuela.
Me pareció divertido e interesante conocer a mis parientes casi no nos hablábamos y hoy parecía que ya nos conocíamos.
Creo que mis abuelos fueron los que animaron el lugar al ver nos tristes.
Después comenzaron a contar chistes.

Se hizo tarde y nos dieron un lugar donde dormir. Algunos durmiendo en sus coches, otros en la sala y otros en algunas habitaciones que estaban disponibles.

Ya era las 2:37 de la mañana, me había despertado y mi padre estaba despierto.
No sé si fue mi imaginación o algo pero estaba llorando.
No quería molestar lo con preguntas así que me volví a acostar y trate de dormir.
Tardó en que me invadiera el sueño.

Al día siguiente...

Cuando me desperté no había nadie en la habitación.

- buenos días - dijo una chica de cabello negro

- hola y ¿Los demás?

- están abajo preparando las cosas para desayunar

- entiendo

- ¿Como te llamas?

- me llamo Astrid

- un gusto Astrid yo soy Vanellope

- un gusto

- bueno te esperamos abajo - dijo y se fue

Me quedé mirando el vacío por unos minutos.
Mire mi teléfono ya le queda poco de batería. Genial.
En eso ví a tormenta caminando por el pasillo

- Tormenta

Ella me miro y voló a donde yo estaba

- creí que seguías en el auto

Mi abuela no conocía a tormenta en cierta forma le iba a dar la sorpresa ya que le gusta las aves.

- sabes extraño un poco estar en casa, nunca había pasado una noche aquí y me sentí algo incómoda.

Mire por la pequeña ventana.

- Tormenta... A veces me gustaría ser un ave sabes...

Solo me quedé viendo el lugar, donde apenas se podía ver el sol

El matrimonio de la luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora