Capítulo Veintiuno

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Sin leer la respuesta que me envió dejé el celular de lado todo el día, terminé de hacer la tarea y luego cené, me metí a bañar y al salir me puse a ver una serie. Sin percatarme la hora el celular empezó a vibrar lo agarré y vi los mensajes de Laín.

Después de varios minutos entró por la ventana como si nada, era más hábil de lo que esperaba, parecía un ninja, no había hecho ruido alguno por suerte

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Después de varios minutos entró por la ventana como si nada, era más hábil de lo que esperaba, parecía un ninja, no había hecho ruido alguno por suerte. Cerré la puerta de mi habitación con seguro mientras veía como Laín se paseaba viendo lo que estaba en mi cuarto.

— ¿Vienes a dormir o a husmear? —pregunté molesta.

— Ambas cosas pequeña. —respondió sin más. —¿Ya lo leíste? —preguntó tomando el libro de mi escritorio.

Negué.

— Lo quería leer en vacaciones, pero alguien arruinó mi plan.

— Deberías darte prisa y leerlo está muy bueno. —dijo dedicándome una sonrisa. Que sin vergüenza.

Unos segundos después me preguntó.

— ¿Dormirás vestida?

— Obvio, me pondré un pijama.

— Yo duermo desnudo Sofí —dijo sentándose en la cama mientras se quitaba los zapatos.

— ¿Qué? —pregunté exaltada.

— Así como lo escuchas. —repitió. —D-e-s-n-u-d-o.—deletreo lentamente.

Tragué saliva cuando vi que empezó a quitarse la ropa quedando simplemente en bóxer.

— Al menos déjate la playera, no es una playa nudista. —dije poniendo las manos en la cintura.

— Tus ojos no soportan tanta perfección eh. —respondió colocándosela de nuevo.

— Se vale soñar Laín. —dije mientras deshacía la cama, el tipo sí que tenía un ego enorme. —Dormirás de ese lado y no puedes pasarte a este. —dividí el espacio colocando una almohada entre ambos.

Laín asintió, cogí mi ropa para salir al baño a cambiarme, en el camino me topé con mi madre.

— ¿Todo bien Sofí? —preguntó entrecerrando los ojos.

— Si mamá.

— Bueno, buenas noches hija.—dijo metiéndose a su cuarto y cerrando la puerta.

Entre rápidamente al baño y en cuando regresé a la habitación Laín ya estaba acostado, me miró fijamente y empezó a reír.

— Pijama de unicornios...¿en serio Sofí? Esperaba algo más sexy, esa cosa es mata pasiones.

— Cierra la boca.—dije mientras me metía a la cama y apagaba la luz. —Buenas noches Laín.

— Buenas noches pequeña.

Estábamos Laín y yo sentando leyendo juntos de nuevo, este me besaba el cuello y me susurraba cosas al oído, de un momento a otro estaba encima de mí, yo correspondía en totalidad sus besos, la ropa poco a poco iba desapareciendo.

No te dolerá pequeña, confía en mí.

Justo en ese momento la alarma sonó, Laín estaba a mis espaldas abrazándome, me exalté cuando sentí un bulto en mi trasero, mi mente poco a poco iba quedando en blanco, esperaba que aquello no fuera lo que estaba imaginándome, giré la cabeza y mire bajo las colchas, para mi desgracia si era lo que pensaba...Laín tenía una erección.

Rápidamente me levanté y le lancé a la cabeza el primero objeto que encontré, este somnoliento abrió los ojos y me frunció el ceño.

— Hubiera sido mejor un beso de buenos días ¿no te parece? —guardó silencio y me miró. —¿por qué estas roja Sofí? —preguntó mientras se sentaba en la cama.

— Eres un gran pervertido —dije señalando a su amiguito. Laín bajó la mirada y se encogió de hombros.

— Es algo normal pequeña, por las mañanas amanece así, no es mi culpa, a todos los chicos nos pasa.

Tomé suficiente aire y señalando la ventana le dije.

— Largo de aquí.

— Oh tienes que estar bromeando...¿bromeas cierto?—preguntó levantando la ceja.—¿No pretendes que me vaya así? — dijo señalando.

— Mi madre vendrá en cualquier momento, no te puede ver aquí y menos en ese estado. Me causarías muchos problemas.

— Tu madre me ama, no tienes nada de qué preocuparte.

— Fuera de aquí. —repetí, mientras agarraba su pantalón y buscaba sus zapatos.

— Al menos antes de irme déjame usar tu baño...por favor. Cerré los ojos y apreté la mandíbula.

— Bien—respondí encaminándome a la puerta para quitar el seguro y revisar que nadie estuviera cerca, justo al momento se escuchó la voz de mi madre del otro lado mientras movía el picaporte queriendo abrir.

— ¿Sofía? — su voz era seria. ¿Por qué tiene seguro? Ábreme inmediatamente. Laín y yo nos miramos fijamente.

— Cuento hasta tres para que abras la puerta o la abriré yo.

El pánico me invadió, ya era tarde para que Laín saliera sin ser visto, esto me iba a costar mucho.

— Uno...—comenzó a contar, miré a Laín y este se acercó hacia mí, me dio un pequeño beso en los labios, se separó cuando mi madre continuo. —Dos...

Estaba en shock, justo cuando conto tres y la puerta se abrió Laín salto por la ventana. 

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Una escena en particular de este capítulo fue una de mis favoritas en escribirla, pedí una comisión a Cabushtak y salió esta tira. 


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