Aquello dio inicio a la peor noche de su vida.

— ¿Quién será a estas horas? —dijo su madre mientras miraba su reloj, dirigiéndose a la puerta.

Helena abrió la puerta, pero ni siquiera logro ver quien estaba tocando, el tipo se abalanzó sobre ella. La retuvo entre la pared y su gigantesco cuerpo, una de sus manos se dirigió al cuello de su madre la otra mano tomó lugar entre sus caderas. El corazón de Lisa latía con rapidez, se levantó de un salto, pero no sabía qué hacer, no podía simplemente golpear a un tipo que era mucho más grande que ella, no podía hacer mucho contra alguien tan fuerte. Estuvo callada, en estado de estupor hasta que escuchó un grito salir de los labios de su madre.

— ¡Mamá! —gritó.

— ¡Dile a la niña que se vaya a su habitación! –aquel hombre, Fernando, que trabaja junto su tía y era uno de los tantos ex novios de su madre.

— ¡Mamá! —Helena la miró con ojos suplicantes.

— Por favor Lisa, ve a tu habitación.

— ¡Pero, mamá!

— ¡Vete a tu habitación! ¿Qué no entiendes? ¡Muévete, maldición!

— Lisa, por favor, cariño, vete por favor —él apretó más el agarre que tenía sobre ella, golpeó su cara y luego tomó su cabello y tiró de él, su madre comenzó a llorar con desesperación— ¡Lisa!

No podía continuar viendo aquello, pero tampoco podía moverse. Quería hacerle caso a su madre, correr a su habitación y esconderse debajo de la cama, pero no podía siquiera dar un paso. Una parte de ella, la más valiente, sentía que no debía moverse, que debía quedarme para ayudar a su madre como pudiera. La ira comenzó a abrirse paso entre su cuerpo, recorriendo cada centímetro de el como si fuera su sangre. Lo que estaba pasando ante sus ojos era algo completamente injusto, el tipo estaba tratando a su madre como si fuera algo de su propiedad, como si fuera un simple objeto y no una persona.

— ¡No te vas a mover! –Lisa dio un paso atrás con temor, pero aquello no estaba bien. No podía dejar a su madre sola, no en aquellas circunstancias.

— Lisa, no lo hagas, cariño, por favor. No lo mire así, Lisa, por favor no le hagas daño —Lisa no sabía a lo que su madre se refería, por lo visto el hombre tampoco ya que se burló de las palabras de su madre. Era algo incoherente lo que salía de la boca de esta mujer. Como ella, con solo 13 años, le iba a hacer daño a un tipo con ese tamaño y esa fuerza.

— Por favor Helena, crees que esta niña puede hacerme daño –soltó a Helena y se dirigió hacia ella con pasos imponentes y con una sonrisa perversa. Pero por algún motivo el miedo se había ido de su cuerpo, lo único que sentía en su interior era el deseo de golpearlo, de que sufriera por lo que le estaba haciendo a su madre. Que pagara por sus lágrimas, por sus golpes.

Estaba más cerca, pero ella no se me movía, no retrocedió ni un paso. Cuando por fin estaba enfrente de ella, Helena se interpuso en su camino.

— Déjala en paz, es solo una niña.

— ¡Quítate de mi camino! –dijo, mientras la tomaba por los hombros y la lanzaba al piso.

— ¡No le vuelvas a poner una mano encima! —gritó Lisa.

— Ahora te enseño modales —nunca llego a ponerle una mano encima. Cuando lo intentó, fue empujado por una fuerza invisible que lo arrastró de un lado a otro de la casa, golpeándolo con todos los muebles, arrojándolo en todas las paredes. Su deseo era que sintiera el mismo dolor que su madre había sentido, que se golpeara tan fuerte que muriera.

Pottens I: El Secreto de los Clanes (Pausada)Where stories live. Discover now