Piel perfecta como la porcelana.

Y fríos ojos verdes.

Extraños, además. Axel conocía a personas de ojos verdes, pero los de ella eran demasiado claros y cítricos, como si estuvieran a un par de tonos de ser dorados.

Pero no, se dijo a sí mismo, nunca dorados.

Solo había una persona que Axel conocía con esos ojos y ella estaba muy lejos de aquí.

En otro continente, con otras personas.

La vio entrecerrar sus ojos.

—No has oído nada de lo que he dicho. —declaró.

Ciertamente no.

Axel volvió a acomodarse en su asiento.

—He estado aquí mucho tiempo. —objetó. —No puedes pedirme que este en mis cinco sentidos después de estar aquí dos días enteros.

La vio sonreír felinamente, pero no negó ni afirmo nada. Axel se dijo que al menos lo había intentado, pero de verdad necesitaba saber cuanto tiempo había estado aquí. ¿Era un día, dos? ¿Quizás tres?

— ¿Me dirás cuál es tu nombre real?

Si algo había aprendido por su paso en el sector quinto era jamás dar nada sin algo a cambio.

Y a pesar de que sabia que tenia que confesar, su boca se resistía a eso.

Porque no sabia que ocurriría. ¿Ser Alex o Axel cambiaria en algo?

Había hecho cosas innombrables cuando fue Alex, cosas que jamás pensó que él seria capaz de hacer. Cruzado líneas que se prometió jamás cruzar.

Todo fue por el bien del fútbol, se recordó.

¿Qué significaba su vida en comparación con el fútbol?

Él ya sabia la respuesta.

Y por eso había estado dispuesto a arriesgar todo por él fútbol.

Se armó de valor para enfrentar lo que vendría a continuación.

—No me has dicho tu nombre. —dijo Axel. — ¿Por qué debería darte el mío?

Ella tamborileó sus dedos sobre la mesa. Uñas perfectamente limpias y cuidadas, pero en el dorso de sus dedos vio marcas de cicatrices más pálidas que su piel.

Su cabello rubio como el oro atrapó la brillante luz blanca del foco.

De alguna forma supo que ella también sabia las reglas.

Jamás entregar nada sin recibir algo.

—Danny. —dijo.

A los ojos de otra persona, hubiera sido creíble. Una verdad incuestionable.

Pero Axel no cayó. Ella no le haría las cosas tan fáciles, y sin lugar a dudas, no le daría su nombre verdadero.

—Mentirosa.

Ella se encogió de hombros desinteresadamente.

—Danette, Danny. No veo la diferencia.

Danette.

Otra coincidencia que no se le paso por alto.

Esta vez la miró con más atención, pero fue como chocar con un alto muro de concreto. La expresión de ella perdió cualquier matiz de burla o ironía, y en su lugar habia una determinación de acero.

Una amenaza, se dio cuenta Axel.

—Tú nombre. —dijo ella. —Ahora.

Sus rasgos eran perfectos. Una simetría casi imposible.

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant