Cátsup

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Este cuento ocurre unos meses después del último capítulo de Cuentos de Arlan II: El Príncipe

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Mirsha entró a su departamento luego del último día de clases. Había sido una larga jornada, luego de algunas horas de guardia en el hospital y de un tedioso examen final, pero el muchacho se alegró al arrojar su mochila sobre uno de los sillones, dejándose caer en el otro y comenzando a quitarse los zapatos con ayuda del pie contrario.

Sobre el descansabrazos a su lado saltó de repente su gata, maullándole por saludo.

—Hola, Cátsup —le sonrió, cargándola para ponerla sobre su regazo y comenzar a acariciar su pelaje blanco—. ¿Qué tal tu día? —preguntó mientras la gata se dejaba mimar.

La escuchó comenzar a ronronear mientras ella giraba sobre su regazo, buscando que el muchacho acariciara sus mejillas, orejas y lomo. Maulló también, más de una vez, casi como si estuviese respondiendo a la pregunta que le había hecho sobre su día.

El muchacho la dejó juguetear con sus dedos, incluso cuando ella le dio una leve mordida juguetona.

—¿Tienes hambre ya? —sonrió—. Lo siento por eso —murmuró, buscando su teléfono—. Vamos a la cocina —invitó cuando lo encontró—. Yo también muero de hambre.

Como si lo hubiese entendido, la gata saltó de sus piernas y, luego de olfatear uno de sus zapatos, lo siguió de cerca hasta la cocina.

El muchacho buscó de forma distraída uno de los paquetes de comida para su gata, al tiempo que marcaba el teléfono y Cátsup comenzaba a restregarse contra sus piernas, maullando cada vez más alto, demandando su atención y su comida.

Sostuvo el teléfono contra su oreja ayudándose con su hombro, y se apresuró a servir la comida mientras esperaba en la línea. Sin embargo, la gata aprovechó aquello para jalar el paquete y echar a correr, escapando con la comida.

—¡Hey! —llamó, corriendo tras ella, justo cuando Selena levantaba su teléfono.

—Hola, Mirsha —saludó ella.

—Hola, bonita. ¿Estás ocupada? —preguntó, corriendo detrás de Cátsup, intentando alcanzarla cuando la gata corrió bajo uno de los sillones.

—No... pero parece que tú sí. ¿Todo bien?

Cátsup robó su comida. Intento convencerla de que la regrese.

La gata volvió a correr, casi haciéndolo resbalar con la alfombra de la sala cuando volvió a seguirla. Se escondió debajo de otro sillón y se comenzó a escuchar el ruido de sus dientes rompiendo el paquete y comenzando a comer.

—¡Agh! ¡Cátsup! —amonestó, pero terminó por rendirse sentándose a un lado del sillón con las piernas cruzadas.

Escuchó la risa de Lena al otro lado de la línea.

—¿Te ganó? —se burló.

—Sí —reconoció—. Pero bueno... la dejaré ser feliz por ahora. La pobre tendrá un mal rato mañana. Cumplirá un año pronto, y Dan dijo que debía esterilizarla lo antes posible —dijo, frunciendo el ceño—. No había tenido oportunidad de hacerlo hasta ahora, y creo que voy a aprovechar las vacaciones para poder cuidarla.

En ese momento escuchó que Cátsup abandonaba su escondite, arrastrando con ella el paquete de comida lleno de mordidas, casi vacío con excepción de algunos restos.

La gata se acercó hasta frotar su cabeza contra la rodilla de Mirsha y maulló un par de veces de forma aguda y enternecedora.

Mirsha acarició la cabeza de la gata, mimándola un poco.

Cuentos de Arlan & ZiggdrallWhere stories live. Discover now