Capítulo 7.

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Capitulo 7 : Nicolás.

Kayte

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Kayte.

A los quince años, cuando cambie de academia, me hice amiga de Nicolas, un chico de piel blanca, pecoso y un esponjoso cabello naranja. Su sonrisa blanca junto a sus dientes chuecos hacían que mis días cambiaran por completo. Pero mi forma de mirarlo cambio radicalmente una tarde, salíamos de la academia y entre risas   fuimos a la tienda que hace ya dos semanas nos acostumbramos a ir. A pesar de que siempre que íbamos comíamos frituras y hablábamos de comic's ese día fue diferente. Él chico que atendía la tienda casi no se dejaba verse y aunque en ese tiempo me parecía una locura ( Aunque en realidad no lo fuera) podría jurar que ese chico se parecía a Adam, el violinista nocturno que conozco desde los doce y que graciosamente se más su nombre que su rostro. Pero en poco tiempo lo descarte centrándome  Nicolas quien tomó un par de patatas ese día y se sentó en una banca que había dentro de la tienda y yo lo acompañe. Sus ojos verdes no dejaban de mirarme en ese momento  asiendome sentir incómoda mientras comía. Lo gracioso es que, esa palabra debería quedarse corta para lo que sentí minutos después, Nicolas, me había besado. Recuerdo su cara cuando salí corriendo del lugar. Todo yo temblaba a tal punto en que tuve que detenerme para no irme de bruces contra el suelo. Cuando llegue a casa sentía que mi corazón iba a estallar a tanto así que pase casi todo el día con la cara enterrada en la almohada. Era mi primer beso y no era con muchacho que realmente deseaba.

Para colmo a diferencia de las otras noches Thomas estaba más callado que nunca. Su forma de tocar el violín era silenciosa y sútil, pero en su rostro se podría ver el enojo a kilómetros. Yo no era muy buena alegrando a las personas, pero esa vez era una necesidad dado las circunstancias. Recordar los labios de Nicolas me ponían los pelos de punta y solo quería olvidarme de ello. Por lo tanto fingí una inexistente hambre para llevar a Thomas a una cafetería ochentera no muy lejos del lugar. Al principio no estaba de acuerdo, pero con mis insistentes amenazadas de quitarle ese feo pañuelo y tirar su violín al lago término accediendo.

Esa noche tomamos la camioneta de su tío, fuimos aquel lugar y nos olvidamos del mundo. Lo que comenzó con como un momento incómodo término con una guerra de papas fritas y dos personas ignorando sus problemas. Ignorando a Nicolas.

Como Zapatillas y Violines.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora