Capítulo 28. Las cosas cambian

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-¿Te estas escuchando?

-No quiero perderla

-¿y el plan? ¿de que la pequeña Leisy conociera el infierno puro?

-Ahora no lo sé, es tan frágil y dulce

-No, no debes enamorarte de ella, recuerdas la última vez que lo hiciste, ¿Cómo terminaste? Lastimado, amargado, dolido, lleno de rencor

-Ella es diferente y si sigo enredándola en mi telaraña de obscuridad, ella terminara como yo y no se lo merece.

-Estas cometiendo un terrible error, ella debe sufrir

-No, no quiero lastimarla, después de lo del bosque, no quiero lastimarla

-Muy en tu interior, deseas someterla, hacerla tuya, hacer que suplique por mas, hacerla tu sumisa

La sigo observando, mueve su pequeña nariz, sus lágrimas están al borde, lo sé, sé que piensa que aquel momento en el bosque se me ha olvidado, pero se equivoca, sigue tan presente en mi memoria, que lo sueño cada noche.

Lo de Luciana me tiene desconcertado, no entiendo el porqué de su acción, y nunca la entenderé, ella quería algo más que las sesiones que teníamos y yo no, yo me limitaba al placer que sentía con ella, pero, ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué se quitó la vida frente a mí? Me dolió verla en el suelo, mirándome con ¿amor? ¿Por qué Luciana? ¿Por qué arruinaste todo?

-Señor Heinsbek – me llama con su voz entre cortada, sacándome de mis pensamientos.

-Dime – le respondo indiferente.

-Creo que, solo encontré dos candidatas, se las dejo aquí y si no se le ofrece nada más, me retiro – me dice con la cabeza baja levantándose del sillón, la veo alejarse, veo su silueta alejarse de mí, con lágrimas en los ojos, veo alejarse a mi pequeña, todo por mi maldita culpa.

-Soy un imbécil – suelto en forma de suspiro.

Leisy

Dominnick no cambiara, solamente está envuelto en su frialdad e impenetrable dureza, el jamás podrá amar, yo, solamente soy una ilusa, que creyó que por fin, alguien se había fijado en mí, en mi torpeza, en mi estupidez.

Me siento en el jardín, observando el bosque, solo pensando, si tan solo Luciana no hubiera hecho lo que hizo, Dominnick y yo, estaríamos bien.

Las preguntas siguen en mi mente, ¿Por qué Luciana tenía una navaja?, si ella no sabía que Dominnick la sacaría de mi habitación ese día. ¿O sí?

-¿Por qué lo hiciste Luciana? – me pregunto a mí misma sin dejar de mirar el paisaje.

Camino por el bosque, solo escucho a las aves cantar, las hojas de los frondosos pinos, el viento soplar de manera agresiva.

-¿en que estas metida Leisy? – me pregunto soltando un suspiro tomando mi cabello, sentándome a la orilla del estanque.

Comienzan a llegar a mi mente, las palabras de Dominnick en aquel bosque, esa cena, esos sentimientos que se avivaron, ¿Dónde quedaron? ¿Fueron toda una vil mentira?

-Te quiero tanto que duele Dominnick – digo en susurro y comienzo a llorar, sin control, dejándome llevar por el dolor acumulado, y en un segundo, todas las razones del mundo se volvieran la causa de mi llanto.

-Soy un asco – digo con odio. La tristeza y el deseo de desaparecer me invade.

Me adentro en el estanque, con todo y ropa, sin dejar de llorar, sintiéndome completamente sola y desprotegida, ¿Quién demonios soy? Una chica sola y torpe, enamorada de un hombre que apenas conozco, que solamente me lastima; con una familia del asco, sin amigos, ¿Quién soy yo? No soy nadie.

Si amoWhere stories live. Discover now