Break

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Realmente había sido una proeza que sus horarios coincidieran, más aún, lograr que ella tuviera ese pequeño espacio libre para poder estar juntos.

Después del largo viaje desde Tokio hasta Motobu, Okinawa, llegar al hotel, desempacar, ambos sentir que morirían del cansancio, al mirar ahora la playa a pocos pasos de ellos, sentían que todo el estrés de los días anteriores y las preparaciones parecía como algo distante.

—¿Valió la pena, verdad? —murmuró Sōma con suavidad, inhalando el olor a mar mezclado con el del shampoo que despedían los rubios cabellos de la mujer acostada junto a sí, cuya cabeza descansaba sobre su pecho.

—Hmm —fue la respuesta de ella, ambos estaban echados sobre una hamaca que el pelirrojo movía suavemente con la pierna que colgaba fuera de la misma.

Sōma movió su cabeza un poco para tratar de ver el rostro femenino ya que su respuesta había resultado más un murmullo somnoliento que otra cosa.

Le complació y le llenó de ternura ver que, en efecto, la siempre digna Lengua de Dios, Nakiri Erina, se había quedado dormida al ritmo del suave balanceo de la hamaca que ambos compartían.

Su rostro que antes había estado cargado de cansancio y estrés, ahora lucía en calma y relajado, sus cejas ya no estaban fruncidas y parecía sentirse en paz.

Habían sido días muy extenuantes.

Mientras él había estado viajando desde París hasta Sídney, asegurándose de que sus restaurantes estuvieran en orden, Erina había hecho lo mismo pero viajando a España y Nueva York, sumado a sus degustaciones, los artículos que tenía que escribir para la revista culinaria en la que era crítica y sus reuniones con la junta directiva de Tōtsuki Resorts, le sorprendía que ella hubiese podido mantenerse de pie todo aquel tiempo.

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Debemos tomarnos un descanso —le había dicho él, unas tres semanas atrás por vídeo llamada mientras la veía recogerse el cabello en una cola baja, preparándose para dormir.

Quizás tú puedas, pero yo no tengo ningún espacio libre durante los próximos tres meses —replicó ella, mirándole a través de la pequeña pantalla con evidente cansancio—. Además, el mundo no se detendrá porque tú y yo estemos acurrucados en una esquina —añadió.

Él no pudo evitar soltar una carcajada. Ella jamás cambiaría.

Tú necesitas descansar más que yo —señaló él.

Deja de decir tonterías, no soy yo quién ha estado haciendo servicios en Shino’s mientras hago malabares para estar en mis otros restaurantes y hacer menús completamente nuevos para cada uno —espetó Erina, sabiendo que él debía estar tan cansado como ella.

Aunque ella había tomado vuelos ocasionales para ver sus restaurantes, usualmente solo se extendían dos días a lo mucho y regresaba a Japón. Él había estado fuera de casa por casi cuatro meses ya.

Vamos a tomarnos unos días para nosotros —Erina puso los ojos en blanco ante su insistencia sutil, y resopló por lo bajo.

Yukihira, creo recordar que tu itinerario tampoco está libre en los próximos meses, y yo apenas tengo tiempo de respirar bien, como para-

Hágamos ese espacio, entonces —le interrumpió él, Erina le vio pasar su mano por su rostro, en clara señal de cansancio—. Ambos lo necesitamos y estoy seguro que Arato está al borde de un colapso al saber que no tienes tiempo para ti —Erina entrecerró sus ojos, sabiendo que él tenía razón respecto a Hisako.

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