2: Alek 32

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Capítulo 2: Alek 32

El zumbido del fluorescente agotando su vida útil mientras parpadeaba incesantemente, era el único ruido que llenaba el ambiente, solapado por el estruendo de la tormenta que se desataba en el exterior, que llegaba al interior del búnker ahogado por las gruesas paredes de hormigón hechas para resistir duros e intensos bombardeos. Gareth intentaba mantener la concentración mientras trabajaba con las delicadas piezas de un viejo microscopio, que por alguna razón había decidido estropearse en la última semana, pero el dichoso zumbido era capaz de arrebatarle la concentración a cualquiera.

-¿Ya ha vuelto a fundirse uno de esos? -dijo una voz desde la puerta-

-Otra vez, sí, y ya es el cuarto que se estropea en lo que va de mes -dijo Gareth con su marcado acento inglés-

-La instalación eléctrica no es precisamente ninguna maravilla, pero al menos funcionan un tiempo -dijo el hombre quitando la lámpara fundida-

-A este paso el mes que viene nos quedaremos sin recambios.

-A este paso el mes que viene no tendremos siquiera comida o, al menos, eso se rumorea.

-Solamente son rumores, Alberto... No te creas todo lo que cuentan Thomas y Mike -dijo Gareth con voz tranquilizadora-

-Pero en el fondo tiene sentido -la voz del hombre se endurecía por momentos- ¿cuánto tiempo llevamos aquí? Entre estas viejas y raídas paredes es demasiado fácil perder la noción del tiempo, y no traímos con nosotros alimentos para una vida entera, precisamente.

-No ha pasado tanto tiempo.... Creo.

-Como tú digas... -dijo Alberto haciendo un ademán con la mano, como queriendo apartar el tema- Por cierto, quieren verte en la sala de reuniones.

-¿Otra vez van a decirme que elimine a mis sujetos de pruebas? -dijo Gareth, alarmado-

-No tengo ni idea, pero deberías darte prisa. Parecían bastante estresados.

Gareth dejó cuidadosamente las piezas del microscopio en las que había estado trabajando, y se dirigió con paso veloz hacia la sala de reuniones del búnker.

Era un tipo de alrededor de un metro setenta, pelirrojo de ojos verdes, como todos sus antecesores ingleses. Contaba con cierto atractivo que le daba la misteriosa expresión de su rostro, y aunque no estaba precisamente en forma, tampoco padecía sobrepeso. Biólogo, especializado en virología, era uno de los pocos científicos especializados que quedaban vivos en el planeta desde los días necro.

Cuando Corea del Norte decidió, por razones que cualquier persona con un raciocinio normal era incapaz de comprender, lanzar un misil balístico a la atmósfera con la cepa SKI para "limpiar el mal capitalista" del mundo, era obvio que no tenían ni la más remota idea de lo que estaban haciendo. Al llegar a la altitud adecuada, el misil explotó, propagando una cantidad enorme de SKI que se mezcló con el vapor de lluvia, formando además la mayor tormenta jamás vista en el mundo. Al tratarse de un virus creado en un laboratorio, había encontrado el medio de propagación perfecto; contaba con la característica de los rinovirus para propagarse por el aire y, además, era capaz de propagarse en el agua y los alimentos como es más propio de los norovirus. Conforme la tormenta fue creciendo y avanzando, se fue dividiendo en otras más pequeñas, pero con la misma intensidad y peligro. En cuestión de siete días, denominados más tarde como "días necro", el mundo entero estaba siendo afectado por el SKI, y todos los animales empezaron a mutar.

El pequeño bastardo que Corea del Norte liberó al mundo, era el ser microscópico más malévolo y perfecto jamás creado en un laboratorio. De origen concreto desconocido, fue pasando de mano en mano en el mercado negro, hasta que la persona equivocada con los medios adecuados se hizo con él. El SKI afectaba a todas y cada una de las células de un animal, provocando en la inmensa mayoría de los casos mutaciones terribles, dotando a los susodichos de capacidades con las que anteriormente no contaban o, incluso, nuevas o mejoradas partes en su anatomía, como alas, garras, dientes... etcétera. El caos, no esperó para desatarse; cada especie de animal y cada raza en algunos como los perros o los gatos, mutó de una forma distinta, desarollando habilidades hechas exclusivamente para destrozar, matar y exterminar cualquier organismo no infectado por el virus, es decir, el ser humano. Por alguna razón que ninguno de los escasos científicos que todavía permanecían vivos habían logrado encontrar, el SKI no lograba infectar el organismo del ser humano, siendo eliminado de forma casi inmediata, normalmente causando sólo una simple gripe o molestias gastrointestinales.

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