Daniel

301 8 3
                                    

El viento golpeaba mi rostro. El olor a verano invadió mis fosas nasales y sonreí ante la puesta de sol. La melodía que hacía el viento golpear contra las ramas de los árboles acarició mi oído. Recuerdos llenaron mi mente que me hacía estremecer. Aquella sonrisa, aquellos ojos que brillaban cuando reía. Aquel alborotado cabello rizado. Aún podía escuchar su voz gritona y divertida que decía que me apresurara, que no teníamos de mucho tiempo. Me recordaba a mí ir tras él, cansada y jadeando por las carreras que nos echábamos de mi casa al campo.

— ¡Apúrate Pancracia, que llegaremos tarde! —decía él.
— ¡Que no me llamo así!

Recuerdo cuantas veces me llamó por sobre nombres, y también el odio que le tenía por hacerlo. Yo nunca pude ponerle uno ya que cuando lo hacía se burlaba de mí y decía que no era buena poniendo apodos.

Daniel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora