Two.

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Erin se encontraba en el baño de mujeres, practicando consigo misma cómo invitar a salir a Jun. Le quedaba claro que él tenía novia y que por ende nunca podría existir una relación de por medio, sin embargo su afecto no era solo atracción por la necesidad de tenerlo, si no gratitud por permitirle estar a su lado.
De todos, Jun es quien más intenta incluir a Erin y eso hace que su corazón se encante todo el tiempo debido a la amabilidad de este.

Con dos boletos en mano y encerrada en el baño, Erin practicaba la forma en que invitaría a salir al chico, para agradecer esos lindos detalles que ha tenido con ella.
――¿Quieres ir al cine conmigo?——No había impedimento alguno, él rara vez se negaba a las cosas que ella proponía, los juegos, las salidas, aunque lo que le daba más miedo era su novia; Abigail.

Desde que es amiga de ellos, Abigail y Jun han mantenido una relación poco estable, en la que terminan y vuelven, en un ciclo nocivo para ambos pero que parece hasta cierto punto ser de su agrado.

No le da miedo ser rechazada, más bien causar un conflicto del que probablemente saldría perdiendo.
Salió del baño, en busca del chico y lo vio tomado de la mano con su novia. Ella era celosa, mucho, sabía que el que fueran amigas no evitaría que le arrancara la cabeza si se entera que gusta un poquitin de Jun.

――¡Ps!——Llamaron a sus espaldas. Buscando quien requería su atención, ve a su otro amigo asomando la cabeza detrás de los contenedores de basura.

――Erin, soy yo. ――Volvió a decir, pero así como hablaba, escondía su cuerpo entero para no ser visto.
Divirtiéndose, Erin fue hasta donde su amigo para esconderse con él.

――¿Te hiciste algo? Te ves más bonita hoy que otros días.

Soltó un golpe haciéndose la ofendida y a su vez, avergonzada. ――¡Minhyuk!

――Está bien, me callo, me callo.

――¿Que haces aquí metido? Huele muy mal.

――No puedo salir, ¡No me dejan en paz!

――¿Quiénes?

――¡Las chicas! ¡Creo que está gema me ha dado el don de la belleza eterna! ――Exclamó haciendo una dramatización y ella ríe de forma genuina ante su actuación.

――Pues que mal, debió quitarte lo tonto y no hacerte atractivo.

――¿El tuyo aún no te regala nada?
Daba hasta un poco de vergüenza la facilidad con la que aceptaron cada obsequio otorgado porque los beneficiaba sin cuestionarse por qué y cómo. Demostrando cómo los humanos mientras recibamos algo que queramos, no pediremos explicaciones extensas, pues eso no es lo que necesitamos.

La castaña negó. Parecía ser la única a la cual la tan sorpresiva buena suerte no había llegado.
――Tal vez esté roto.

――En ese caso. ――Sacó dicho cristal de color verde de su bolsillo, todavía pensándolo. ――Creo que ya he tenido demasiada suerte, no me molestaría compartirla contigo.

Puso el cristal en la mano de Erin, sin embargo, en cuando su piel tiene contacto con esta, una picazón y ardor inaguantables atacan a Erin haciendo que regrese el cristal a su dueño que la observaba con confusión.
――¿Qué sucede?

――¡Está caliente! ――Quejó sosteniendo su mano herida.

Jugó con ella, pasandola por las palmas de sus manos e intercambiandola de lugar. ――Erin, está... Normal. No está caliente.

――Pero me ha quemado la mano en cuando la toque.

――Tal vez no acepta otros dueños, ¿No crees? ――Responde encogiendose de hombros, qué podía decir ella si desconocía su función al igual que él. ――En fin, ¿Qué tienes ahí?

CRYSTAL CASTLE | Jimin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora