Grandes Decepciones, Pequeñas Percepciones

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¿Cuántas veces somos capaces de caer en un cliché solo para convencernos de que este no es lo que esperamos?. El mío tiene nombre, apellido, limite de tiempo , 2 ojos y 19 centimetros.

Esto comienza cuando mi grupo de amigos con los cuales salia hace algún tiempo se organizaron para ir a la playa. Mi mejor amiga invito a uno de sus parnet que conoció algo así como desde los 6 años. Los típicos amigitos de barrio con los que jugabas cuando estabas chiquito.

Una vez todos reunidos y ya en el lugar, nos pusimos a esperar al sujeto este y vaya que sorpresa me lleve cuando mi vista se desviaba al lado de aquél;
Poleron rojo, una gorra con estampado de quien sabe que y unas pestañas tan largas capaces  de abanicar el calor dominante que se  que encendió y se aposaba por el camino de mi abdomen, recorriendome la pelvis y llegando a estremezer mis piernas. 

Cuando mis ojitos presenciaron a aquella cosita bien hecha; (aunque torpemente timido a decir verdad, pero eso era lo de menos) Yo le deseé desde ese preciso momento, y como dice aquél viejo refrán: “Donde pongo el ojo, pongo la bala”, el mío sería algo así como “Donde pongo el ojo, pongo las manos, la boca, a veces la lengua y quien sabe que más”, surgieron un par de eventos los cuales generaban retraso para lograr mi cometido; de algo estaba segura; de que cae, CAE...



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