Capitulo 17.Elisabetta

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Renata subió al coche de AnaPau, con un lío de bolso y carpetas

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Renata subió al coche de AnaPau, con un lío de bolso y carpetas. Con dificultad logró colocarse el cinturón de seguridad antes de que su amiga se colara a la panorámica con audacia, para literalmente correr a una velocidad de vértigo hasta la universidad. En el trayecto hicieron planes para el par de días que estarían juntas, escucharon música y Renata intentó  poner en orden las carpetas que debían entregar a sus profesores ese día. Eran los archivos personales de cada una, de sus respectivas prácticas profesionales como parte de su evaluación.

AnaPau detuvo intempestivamente el coche frente al espacio que tenían asignado en el campus y las carpetas por poco y salen volando. Su mano se aferraba con tanta fuerza al volante que sus nudillos estaban blancos. Renata clavó los ojos al frente y la sorpresa que se llevó fue colosal.

AnaPau terminó de estacionar el coche y ambas descendieron. Sus hermosos pares de piernas fueron detallados con exactitud por los oscuros e irreverentes ojos que tenían frente a ellas.

—¡¿Qué haces aquí?! —dijo por todo saludo AnaPau al chico castaño que permanecía recargado sobre su moto y las observaba divertido.

Él negó con la cabeza y marchó hacía ellas atajándolas  a medio camino.

—¡Hola princesa! ¿Cómo te va? —saludó a Renata cubriéndola en un abrazo y la apretó contra él—. ¡¿Te has quedado muda?! —preguntó entre risas— ¡Vaya, tendré que venir de permiso más seguido, entonces!

—Hola Jaime,¿Qué haces aquí? —musitó cuando se recuperó de la sorpresa inicial.

—De eso estoy hablando. Misma pregunta, diferente actitud. ¡Toma nota! —comentó el chico a AnaPau quien mantenía un semblante serio, entonces añadió: —Deberías echarte un novio para que te mejore el humor.

AnaPau no replicó, tan solo se tocó la sien mientras lo fulminaba con la mirada.

—Ya hablaremos tú y yo —dijo el joven con una mueca y se volvió hacia Renata—. Ahora, contestando a tu pregunta princesa. Resulta que tengo unos días de permiso y fui contratado por sus chicos para ser su canguro a prueba de balas. ¡Lo vamos a pasar genial! —declaró mientras las tomaba por los hombros y las dirigía hacia el campus—. Ya hablaremos de la logística después, ahora corran o llegarán tarde. ¡Venga! Muevan esos magníficos pares de piernas que tienen —apremió.

—Espera un momento —se plantó Renata—. ¿Estas diciendo que estás aquí mismo, en este momento por Fabio?

—Y por Ray, según entendí...

Un brillo risueño estaba alojado en sus ojos.

—No, no es posible —insistió ella, el chico esbozó una satisfecha sonrisa—. ¡Dios bendito, voy a matarlo!

Él la miró con un pícaro brillo en los ojos.

—No hagas dramas y mueve el culo princesa, te explico después.

Nosotros... en el tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora