IV

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9/06/00

Desperté temprano y lo primero que vi fue que estuviera ese diario ahí conmigo, parecía absurdo, pero ya estaba empezando a creer que estaba enloqueciendo con tanta paranoia, mi mente estaba creando situaciones de miedo dónde no las había y quería asegurarme de que esta no fuera otra, así que sí, afirmativamente ahí estaba tal cual lo había dejado, en mi mesita de noche.

02/03/1987

Decidí empezar con esta fecha pues fue el día en que lo conocí. Un muchacho un poco mayor que yo, tenía 17 y yo 14, recién se había mudado al kilómetro 29 cerca del mío por supuesto. Debo admitir que desde que lo me pareció una persona agradable, y como todos vivían lejos de mi kilómetro, tener compañía era algo excelente. Cuando supe la noticia de que estaban ya instalados, le pedí permiso a mi madre de ir a ver la nueva familia con excusa de llevarle un pastel casero como bienvenida y ella aceptó. Al cabo de unos minutos, quizás 10, llegué a su casa y les regalé el pastel desde la puerta dándoles la bienvenida cortésmente mientras él estaba detrás de sus padres observándome con picardía y luego me fuí.

No sabría que a partir de ese día y de ese acto, un infierno se me vendría encima lentamente.

Todo iba bien hasta ese último pedazo, creí que contaría algo de amor cuando no fue así, sólo contó el principio de su pesadilla, pero... ¿Qué daño tan grave pudo causarle ese muchacho a esa jovencita? ¿partirle el corazón? Eso es algo muy simple de hecho, algo verdaderamente teso tuvo que pasar ahí, pero luego seguiría leyendo, tenía un poco de hambre y quería sin duda preparar mi desayuno.

Bajé las escaleras y fui al baño a cepillarme los dientes, el día estaba frío y estaba lloviendo, así que me quedaría un rato más en pijama, me dirigí a la cocina y preparé el desayuno, desayuné y me puse a ver televisión cuando oí la puerta y me paré a abrir.

— Jorge. — Digo casi sin ganas, después de su plante ayer.

— Disculpa lo de ayer... No me sentía bien y ni siquiera tenía tu teléfono para llamar y avisar. — Excusa.

— Y si pudiste venir hoy con tanta lluvia arriesgándote y recién recuperado... — No creí una palabra en absoluto.

— De acuerdo, no lances sátiras hacia mi, me dió vergüenza venir y que me tomaras como un desesperado, me agradas Bárbara y no quisiera que tuvieras mala impresión de mi, dudé mucho en venir, pero creo que lo mejor era disculparme... Y lo siento. — Parecía sincero y sin más qué decir se iba a marchar.

— Espera Jorge. — Le tomé del brazo. — ¿Quieres un café?

Jorge asintió y entró a la casa, le preparé café mientras charlábamos un rato, me sentía tan cómoda con su presencia que me había olvidado por completo de que estaba en pijama.

— ¡Ay que pena contigo! No me acordaba que estaba en pijama aún, si quieres esperame un momento y me baño, ¿te parece?

— No es necesario tranquila, te ves... — Me analiza por completo lo cual me pone incómoda. — Te ves linda.

— Gracias, pero igual quisiera bañarme. — Sentía un fervor en mis mejillas y rogaba porque no estuviesen coloradas.

— No te preocupes, tengo que hacer unas cosas en mi granero, volveré más tarde a saludar. — Se pone en pie y se sacude la ropa. — Hablamos más tarde, linda mañana Bárbara.

— Linda mañana Jorge.

Me despido y el se va, entonces sólo me acuesto en el mueble de la sala un poco pensativa. Al cabo de unos minutos voy a bañarme, pero me encuentro con algo que me ocasionó una reacción fuerte en el estómago.

" Te observamos"

Sentía un ahogo en mi pecho que no dejaba surgir ninguna palabra, tenía intriga y a la vez estaba paralizada sólo observando la ducha llena de sangre que enmarcaba esas letras, al cabo de uno o dos minutos pude moverme y sólo salí corriendo al jardín el cual lo sentía como mi refugio.

Me armé de valor y volví a entrar corriendo rápidamente a la habitación, abrí uno de los cajones y saqué las llaves del auto, conducí 24 kilómetros para llegar a la gasolinera, luego dejé parqueado el auto y salí dirigiéndome a la caseta de comida.

— Doña Carmen. — Dije casi sin respiración, sentía algo que estorbaba en mi pecho y no me dejaba respirar bien.

— Señorita, ¿Qué sucede? ¿está bien? — Su voz es dulce, pero con una pizca de preocupación.

Respiro profundo y me tranquilizo. — Que pena con usted de llegarle así en estas fachas, pero es urgente lo que necesito saber...

— Sí, dígame ¿quiere un poco de agua?

— No, tranquila, ¿usted cuanto tiempo lleva viviendo aquí?

— Ufff... Un montón niña, como 30 años.

— ¿Sabe que sucedió en el kilómetro 30?

Su expresión se tensa y baja la mirada. — Sé lo que todos saben.

— ¿Podría contarme la historia?

— De acuerdo niña, siéntese tantico que está como agitada. — me ofrece una silla y la tomo.

— Todo por aquí siempre había sido muy tranquilo, yo vivía en el kilómetro 27 con mi difunto esposo, que en paz descanse. — Se echa la cruz. — Y una familia se mudó al kilómetro 29, cerca a los Castaño, ellos tenían hijo joven y los castaño una hija joven, pero más que él, los muchachitos se fueron enamorando, pues se escapaban de sus casas y venían para el kilómetro donde yo vivía pues había un parque muy bonito en frente, pero sus padres los descubrieron y los separaron, y la muchachita se deprimió tanto que buscó a sus amiguitas y comenzaron a jugar con juegos del dibalo... — "Del diablo" lo dijo casi en susurro. — Todo con tal de estar con ese muchacho, pero su primo abusaba de ella en las noches y la niña comenzó a volverse loca hasta que al final desapareció como por 3 días, luego apareció muerta en el jardín de su casa.

— ¿Su primo la mató? — Un hormigueo recorría por mi estómago y un frío amargo arrasaba por mi piel.

— No, encontraron marcas en sus muñecas, la pobre cayó en la fuente y ahí la encontraron... Toda el agua estaba roja por la sangre de la muchacha.

— ¿De que juegos me habla? Esos que dijo que eran del diablo ¿cuáles son?

— Eso no lo se, eso sólo lo escuché.

— ¿Y que pasó con el otro joven? ¿El que era mayor que ella?

— Él y su familia se fueron al mes de haberse sabido todo, al igual que otras familias incluyendo la de la niña.

Mi corazón acelera su pulso y siento mis manos y pies fríos, mis pensamientos son un nudo; la única forma de saber la verdad exacta de lo sucedido estaba en ese diario, aquél que dejé en mi habitación.

Páginas MalditasWhere stories live. Discover now