Capítulo 1 La Muralla Verde

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            Las pestañas de Matthew se cerraban como un par de persianas con cada paso que daba y el calor infernal parecía quemarle la nuca desde hacía ya rato. El celeste de sus ojos parecía acompañar el cielo mezclándose con él en una sinfonía bastante animada que acompañaba el compás de sus pasos. Cada paso que daba le provocaba una quemada en las piernas, el negro de sus pantalones le destrozaba sus piernas, y la leve brisa del mediodía no ayudaba en nada. En el horizonte se encontraba un frondoso árbol tan alto que parecía atravesar las nubes. En su sombra reposaba alguien.

A lo lejos Matthew reconoció una figura familiar levantándole la mano, agitándola fervorosamente y con una sonrisa en su rostro. Bella como siempre, pensó Matthew. Ayra llevaba puesto un vestido de tela en el cual se transparentaba ligeramente su ropa interior, Matthew no pudo evitar esbozar una sonrisa tímida al mismo tiempo que su rostro se abochornaba, pero eso no le importaba, con este calor no se notaría su sonrojo en lo más mínimo. El cabello de Ayra ondeaba con el viento, ese hermoso cabello de un morado tan intenso que a Matthew tanto le encantaba acompañada de aquella hermosa sonrisa nívea. Ya no importaba nada más, ya no importaba el calor, ya no importaba la hora del día, sólo importaba alcanzarla y cada paso que daba era un dolor tan placentero que precedía a la recompensa.

-¡Matthew! – Gritó Ayra.

Con cada paso que daba más fuerte se hacía el cierzo. El calor desaparecía a un ritmo tan agradable, quizás era sólo un fragmento de la imaginación de Matthew al acercarse a ella. Matthew se acercó a ella, tomándola por las manos, abrazándola por la cintura. Acercando sus labios a los suyos, acariciándolos levemente.

-Pareces cansado – Infirió Ayra correspondiendo el beso de Matthew, observando su rostro, un tanto pálido y ojeroso.

-No pude dormir nada anoche... - Contestó Matthew sacudiendo la cabeza –Odio cuando pasa eso.

-Está bien, cariño, si te sientes mal puedes ir a descansar...

-No... - Interrumpió Matthew – Quiero ir con ustedes – Concluyó temblorosamente abrazando fuertemente la cintura de Ayra –Sólo es un rato... Ya pasará, estoy seguro.

Ayra asintió dudosamente al mismo tiempo que reposaba la cabeza de Matthew en su hombro, acariciándole la nuca con su mano. Matthew dormitó unos breves segundos para recuperarse y liberó a Ayra de sus brazos, acariciando sus labios una última vez. Ambos comenzaron a avanzar; Ayra temía que Matthew fuera a desmayarse, por lo que mantenía un paso lento. Por detrás del árbol se podía observar a la distancia una cerca metálica que rodeaba un edificio grisáceo y bastante dañado, y a la par de la reja tres figuras reposando en ella.

Las tres figuras esperaban pacientemente la llegada de Matthew, saludando desde la pared metálica. Matthew los reconoció de inmediato. Naolin con su característica chamarra de cuero negro, Claire con su top militar que variaba en colores azulados, y Dak con su camiseta negra, con su sobresaliente cadena metálica asomándose por el cuello. Todos habían esperado ese momento desde hacía ya una semana. <<"¿Y si exploramos el núcleo? No hay nadie vigilándolo desde la reubicación...">> sugirió Claire en un tono burlón. Todos comenzaron a reír al unísono. Todos menos uno: Dak.

<<"¿Nunca han tenido curiosidad por ver qué hay ahí?">> Comentó Dak aquel día. Claro que sí. Matthew había pensado en aquel lugar desde que apareció. ¿Qué podría haber sido tan peligroso para mantenerlo bajo observación durante medio año? ¿Qué era exactamente un núcleo?

Las risas desaparecieron una a una, apagadas por las miradas obstinadas de Dak. Dak, el chico que nunca había desobedecido las reglas, que obedecía las reglas sin queja alguna, el chico que deseaba orgullosamente volverse un soldado de la Alianza Única ahora buscaba respuestas.

ZephyriaWhere stories live. Discover now