Capítulo 5-Beldades problemáticas

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Hola hola!! en la foto Lady Nowells... 


-Definitivamente me niego en rotundo a entrar a esa habitación así vestida...o más bien desvestida, ¿ que pensará Lord Raynolds? Conociéndole pensará que sólo busco una noche de diversión y nada más lejos de la realidad-se quejo Lady Catherine Nowells en el penúltimo día de su estancia y, la de todos los invitados,en la mansión de los Pembroke. 

-Es lo único que puedes hacer, a tu amorcito no le van las mujeres remilgadas y decorosas, debes demostrarle que eres arriesgada y atrevida, saca a la Catherine que llevas dentro y borrále de su mente la imagen de niña que tiene de ti, y si llegara a suceder alguna cosa...entonces sería la ocasión para atraparlo...nosotras estaremos al otro lado de la puerta y si gritas " qué angustia" sabremos que es la señal para pillaros in fraganti.Si eso ocurre, no tendrá escapatoria, deberá casarse contigo. -explicó Lady Towson ante la mirada angustiada pero cada vez más convencida de Lady Nowells. 

-Es cierto Catherine, tienes que coger las riendas de esta situación, no puedes seguir esperando que el hombre que amas te mire sin saber si algún día tendrás oportunidad de estar con él...estás dejando pasar maravillosas oportunidades por él...debes terminar con esa incertidumbre- animó Karen, que se sentía aliviada después de que su cuñado no la hubiera delatado frente a su hermana, aunque no le había quitado ojo en todo el día y tan sólo en la recámara de su amiga Lady Nowells la había dejado tranquila. 

-Mira a mi hermano y a Gigi, lo han arriesgado todo por amor, tú tan sólo tienes que esperarlo en su recámara...y Dios dirá...además tengo entendido que la fama de Lord Marcus no lo persigue hasta el punto de propasarse con jóvenes casaderas, a pesar del incidente de Lady Margarett Trudis ,por supuesto...que al final resultó ser todo una calumnia. No creo que se atreva a intentar algo contigo, pero podrás aclarar tus dudas.- añadió Lady Peyton sin mover sus facciones húngaras que a veces parecían de porcelana.

-Está bien... está bien... me habéis convencido...no sé qué clase de agrupación hemos formado pero deberíamos ponernos un nombre...-intentó bromear la castaña mientras estrechaba un poco más el nudo de su bata satinada. 

-Beldades problemáticas...-repuso de pronto Karen.

-¿Cómo?- torció el gesto Lady Diana Towson. 

-Sí, podemos llamarnos las beldades problemáticas...

El sobrenombre hizo reír al resto de las damas, una risa un tanto truncada cuando vieron que el reloj marcaba las once, en tan sólo veinte minutos Lord Marcus Raynolds estaría en su alcoba; tal y como habían estudiado en los últimos días,  siempre se encerraba a esa hora aunque luego volviera a salir. 

La castaña de ojos azules cogió aire y aunque con los ojos empapados por la tensión, empezó a andar de forma clandestina con el resto de las beldades problemáticas siguiéndole los pasos a través de los pasillos.Cuando llegaron a la puerta de roble de la estancia en cuestión, ninguna habló pero sus miradas fueron cómplices y Catherine no tardó en adentrarse al lugar. 

En cuanto entró en el lugar prohibido, en la madriguera de ése villano de Lord Marcus Raynolds notó como el ambiente estaba cargado de su aroma, su aroma varonil y fresco aunque con unas notas amaderadas. Aspiró el aire haciendo que éste llenara sus pulmones y por un momento soltó una pequeña risa enmudecida al creerse ella misma una psicópata. Había estado vigilando los pasos de Marcus por años, lo conocía a la perfección, des de las sombras lo había estudiado y conocía sus costumbres y hasta sus manías. Y ahora, allí estaba ella, en medio de su habitación después de colarse en medio de la noche a escondidas y, por si fuera poco, se deleitaba con cada nota de su perfume varonil o con cada pieza de ropa que podía ver.Definitivamente, era una loca debajo de esa apariencia de sensatez y bondad.  

Ojos del anochecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora