Otro día más en este mundo.

El primer hombre inmortal. pt.1

18:15 p.m. Tomaba el tren de todos los días. La mujer y su hija, el chico del celular, los dos señores vestidos de gris, la misma parada de siempre.

 La cereza nueva fue la lluvia, en esta ciudad es poco común. Sin embargo no me percaté de ello. Entre la muchedumbre, los asientos rotos y el cielo gris, un pañuelo rojo desvió mi mirada. No solo el hecho de que era una pasajera que nunca tomaba este tren, sin contar las altas probabilidades de que esto ocurra. O ese perfume nostálgico, estaba seguro de que lo había sentido alguna vez.

No se trataba de azar o de esa casualidad que los mortales llaman destino. Fue, sin más, que tan solo por un segundo había llamado mi atención.
El tren frenó. El reloj marcaba las 18:30. El paraguas abierto de par en par. El sonido de los zapatos pisando los charcos. Abrí la puerta.