Krask I

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- Ha pasado un tiempo, ¿cómo han estado? - preguntó el hombre de negro a los presentes. Ellos no podían ver su rostro, pero dentro de la careta de la armadura había una persona sonriendo maliciosamente. - ¿Qué haces aquí Krask? - preguntó el Hombre del Sombrero mientras apretaba su espada.

El hombre que los veía desde la montura de su corcel no emitió respuesta, simplemente seguía respirando profundamente. La tensión iba en aumento a la vez que el miedo de los campesinos que vieron en su hogar un futuro campo de batalla. A la distancia los hombres restantes de la orden del Rey se hallaban impacientes, ¿qué le habría de tomar tanto tiempo?, hallar a una niña no debería ser mayor problema.

El hombre viejo se empezaba a preocupar de nuevo, todo esto era nuevo y terrorífico para él, no sabía ni a donde mirar, pensaba que cualquier tipo de mirada que diera podría ser malinterpretada y acabaría con su muerte. Él no quería eso, le gustaba vivir, aunque... ¿esta era vida?, ¿o sólo era el inicio de su muerte?

Krask inclinó la cabeza hacia abajo y emitió nuevamente sonido - Tal parece que no recibiré contestación por lo que pregunté, veo que *El Rey* no les ha enseñado modales aún. - dijo mientras envainaba su espada en su funda. Se sentía terriblemente ofendido por la falta de respuesta, era de esos detalles en la convivencia con otros que no podía dejar pasar. - En vista de que no me contestarán supongo que tendré que sacarles la respuesta con mi acero - dijo mientras alzaba su puño hasta que levantó su dedo indice apuntando al Hombre del Sombrero.

- Tú irás primero - dijo mientras fruncía el ceño y enfocaba la mirada hacía el Hombre del Sombrero, - Acabaré primero con el más inteligente de su pequeño grupo y veremos cómo logran salir de esta -. Krask desenvainó con suma rapidez su espada mientras tomaba aire hacia sus adentros, levantó el acero al mover su brazo casi a la altura de su hombro, el Hombre del Sombrero alcanzaba a escuchar un ligero gruñido proveniente del hombre con armadura.

Elisse empezaba a abrir lentamente el libro donde yacían sus hechizos, intentando no alertar a Krask, sin embargo éste ya había dado una vista general rápidamente y sabía sus intenciones, como un depredador sabe todo los movimiento de su presa - ¡No hay forma humana en que puedas decir alguno de tus hechizos antes de que yo clave mi espada en este pusilánime, se de antemano que debes abrirlo en la página correcta y pronunciarlo al pie de la letra! - . La joven hechicera simplemente hizo un gesto de enojo, apretando los dientes tan fuerte que su mandíbula comenzaba a resentir todo. El HdS simplemente miraba impavido ante la gran espada de Krask, no podría hacer nada, todo su intelecto sólo servía para una cosa: saber que la espada que portaba Krask era uno de los tesoros, la mítica "Rrhüggregar", también conocida como la espada que corta distancia.

Philippe Kraskaggar II, había sido un duque proveniente de una familia poderosa en lo más lejano de las llanuras del continente. La familia de su padre, El Duque Philippe Kraskaggar I, se empeñó toda su vida en formar una flotilla de caballeros en corcel para reyes y gobernantes que, al pagar el precio, serían prestado para uso personal. Durante más de 30 años la flotilla fue símbolo de respeto entre todos los marqueses, ganándole un respeto y aún más riqueza, casi al nivel de un rey. 

Sin embargo, conforme pasó el tiempo Philippe I se enloqueció de poder y vio una oportunidad de incrementar su poder y dejar un legado a sus dos descendientes, Philippe II y Roselia, al intentar derrocar al marqués. Armando una flotilla de jinetes como ningún otra fue que decidió derrocar a un marqués y tomar su puesto para así ir avanzando hasta tomar la corona. Su sueño era poder volverse un rey.

Varias generaciones atrás, los Kraskaggar eran llamados "Los Heindels" una familia pobre que no tenía ningún alcance a nada. Eran una familia de cuatro personas: el padre, Ygor, la madre Foila, y sus dos hijos, Gerry y Ana, quienes habían vivido durante la parte álgida de la guerra de Daimthrá. En ese entonces se ubicaban al norte del territorio de Daimthrá, en una pequeña choza destruida y abandonada. En ese entonces el país y sus fronteras se encontraban sitiadas por el ejercito negro comandados por el rey Leinhfren IV quien buscaba adueñarse del país a la fuerza.

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⏰ Last updated: Sep 04, 2018 ⏰

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Frenético ReinadoWhere stories live. Discover now