Bruno Lombardi. Frío,calculador y el hombre más poderoso de la mafia italiana, su mundo gira en reglas que nadie se atreve a romper, porque las hará cumplir a como de lugar,un experto en seducción, ninguna mujer se resiste a él.
Camila Steinfeld es...
- Camila, Dios ¿estás bien? – Laurent entra, mientras me levanta del suelo. – Recuéstate, te ves pálida.
- ¿Qué sucedió?
- Tú tienes la culpa, ¿cómo vienes y le dices eso a una mujer embarazada? - le replica Laurent a Giorgio.
- Lo lamento, pero debía ser honesto.
- Camila necesita reposo, y no estar alterada.
- Buen trabajo narcisista.
- Tú cállate,que ni siquiera eres amigo de la familia.
- Salgan los dos de la habitación, ¡fuera!
Mishenka y Giorgio se retiran de la habitación y nos dejan solas en la habitación mientras yo no he parado de llorar.
- Camila por favor deja de llorar de esa manera.
- Esta muerto, bruno me abandono al igual que mi familia. Todos lo hacen.
- Claro que no, tienes a tu hijo.
- ¡Mi hijo va crecer sin un padre! Yo tengo la culpa, si no hubiera tenido ese accidente no estaría acá y él no se hubiera ido.
- No es tu culpa, Bruno de igual forma hubiera buscado un lugar para que ambos estuvieran a salvo.
- ¿A cambio de qué? ¿De su vida? Dejo todo por nosotros.
- ¿Quieres ser fuerte y superar cualquier obstáculo? levántate y piensa en tu hijo, ya no estas sola tienes a otra persona a tu lado, así que asimila eso, sé que es doloroso, pero debes pensar en el primero, en tu bebé.
- Tienes razón.
- Solo queda menos de un mes para que nazca, y tiene que conocer a una madre que de todo por él.
Las palabras de Laurent se incorporan en mi mente, y no las olvido, de hecho no las olvide hasta el día de hoy. El tiempo en la mansión se hacía eterno, pasaba mis noches llorando, aunque me limitaba a mencionarlo, porque el no saber nada de él, el que tal vez la realidad era esa, de que ya no estaba con nosotros. Jamás estuve preparada para dejarlo ir, jamas estuve preparada para separarnos.
Pero si me prepare para ser feliz con mi bebé, para esperar su nacimiento, así que trataba de evitar afligirme por la situación, y esbozaba una sonrisa cuando por dentro estaba hecha añicos, hecha mierda.
- ¡Deja esos chocolates quietos! – Laurent quita la mano de Mishenka sobre estos.
- ¿Para que los preparas entonces?
- Son para Camila, ¿no que tienes mucho dinero? Cómprate los tuyos.
- Querida, si quisiera pudiera comprar la fábrica de Ferrero.
- Eres la cosa más insoportable del mundo.
- Yo soy la cosa más linda, cuando puedo serlo, porque cuando no, soy como tu peor pesadilla.
- Iré a llevarle unos cuantos a Elisabetta – digo tomando unos en mi mano y saliendo al jardín en donde la encuentro. - Elisabetta ten, Laurent los hizo.
- Oh que delicioso. Mira los girasoles ya están grandes, hace dos meses que los plantamos.
- Si lucen muy lindos.
- Oh no te coloques así, sé que quisieras que estuviera acá. Esta vieja se ha acostumbrado estar sin el mucho tiempo.
¿Cómo decirle a Elisabetta que es posible que Bruno no regrese? ¿Qué tal vez no lo veo nunca más? se me quiebra el corazón de tan solo pensar en su reacción.
- ¿Ya has pensado en nombres de bebes?
- Si, si es niña se llamara..
- Que felicidad – esa voz, le pertenece a un hombre, Stefano Fiore. – las dos mujeres más importantes de Lombardi, vine buscando una y me encontré a las dos. Esta propiedade será mía al igual que las otras.
- ¿Quién es usted? - Pregunta Elisabetta.
- Señora, que pena que su hijo nunca le haya mencionado de mí.
- ¡Cállese! usted es el culpable de todo – le grito al ser más despreciable que puede existir en este mundo.
- Eres una mujer con mucha suerte, varias veces Lombardi te salvo, que mal que ahora ya no este para eso.
- Elisabetta, entra a la casa.
- Ustedes no se van a ningún lado, tengo más hombres de los que tenía Lombardi, he obtenido lo que siempre quise, la casa esta acorralada.
- Si ya tiene lo que tanto quiso ¿porque no nos deja en paz?
- Porque los Lombardi nunca tendrán un puesto de la cosa nostra, nunca volverán a tenerlo. Y tu cara, tienes en tu vientre a mi competencia.
- Es solo un bebé, maldito miserable.
- Despídanse de la luz del sol – dice sacando su arma y apuntándonos.
Cierro mis ojos para esperar lo peor, para esperar al menos rencontrarme con él.
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