I- Me trouveras, Mon Roi?

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Contenerla, contener la respiración, contenerla hasta que todo pase, hasta que todo cese. Hasta que todo acabe.
Recuérdalo, Zoro. Tú eres fuerte, eres mi guerrero, mi espadachín.
Contenla, contenla todo el tiempo que puedas. Es preciada, no la desperdicies.

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El sol ardiente se encontraba en su más alta gloria, y las calientes oleadas de calor hacían a su mente divariar. Había perdido la cuenta de cuantos minutos llevaba conteniendo la respiración, pero era consciente de las dos semanas que habían transcurrido. Dos semanas, sin dormir, sin comer, sin hablar con nadie, habían sido 15 días de completo aislamiento.

"Aghg, esto es una mierda. Llevo dos malditas semanas encerrado en este lugar, ni siquiera me tratan como a un prisionero. Todo por culpa de ese Helmeppo."

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- Hey vieja, póngame el mejor vino que tenga, y hágalo rápido que no tengo todo el día.-

Las palabras poco amigables de aquel rubio exhuberante con extrañas cabelleras no le llamaron la atención, pero lo desconcentraron.

"Parece que en esta ciudad siempre son así de ruidosos..."

- ¿Qué demonios es esto?. Vieja, ¿se está burlando de mí, o es que esta porquería es lo mejor que tienen para ofrecer?-

La señora se veía claramente aturdida, pero los gritos de aquel "cliente" no hacían más que incrementarse.

- ....Lo sentimos mucho, Helmeppo-sama. Es lo único que tenemos en estos momentos y...-

- ¿Qué quieres decir con eso?. Yo soy el hijo del Capitán Morgan, merezco exclusivamente lo mejor que tengas, y si es esto lo mejor que me puedes dar...Me temo que tendré que mandar a cerrar este local.-

Los intrigantes ojos desviaron la mirada, hartos ya de contemplar semejante acto de sinismo.

- ¡! -

- ¿O tal vez, debería quemarlo? -

- Por favor, no haga nada, este restaurante es todo lo que tengo.-

-Mhmm, está bien. Tendré en cuenta no destruirlo...si me lo pides de rodillas.

- ¿Eh? -

- Ya me oíste vieja, arrodíllate y suplícame que no destruya tu restaurante.-

- .......-

La señora no se lo pensó demasiado, pero pareciera que aquel hombre iba a explotar de la risa en cualquier momento cuando vio como la pobre mujer acataba sus órdenes. Sus rodillas tocaron la madera del suelo, implorando con la cabeza gacha.

- Por favor, Helmeppo-sama, deje en pie mi restaurante.-

- Ha, creo que con eso no basta.-

Acercó su sucia bota a la cara de la mujer, sonriendo con sorna.

Los intrépidos ojos pestañearon y cruzaban cada rincón del lugar, detallando cada paso que daba el rubio.

- Lame.-

- ¿Q...qué? -

- Lame mi bota. Tal vez así consigas mi lástima.-

No parecía que la señora fuera a oponerse, pero si la pequeña niña, que apareciendo de la nada, golpeó el zapato de Helmeppo con el mango de una escoba. Sus ojos se mostraban impetuosos y temerosos, pero muy decididos.

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⏰ Last updated: Jun 11, 2018 ⏰

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