Capítulo 10: Presentación

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–Adán –exclamó Carmen, con un hilo de voz–esto es... impresionante.

Adán guardó silencio un momento, dejando que la maravilla visual que se conseguía al posicionar ambos cuadros en determinado ángulo hiciera efecto en la mujer; dentro del escaso tiempo del que había dispuesto, se tomó un momento para buscar en la red creaciones de ese tipo, pero sin ayuda de medios complementarios, el número de casos era muy limitado. Si se pintaba con cierta técnica, y el resultado se miraba con anteojos especiales, todo era posible, pero sin eso, no existía nada en el planeta que se le acercara, y lo más sorprendente era que el efecto tridimensional no producía cansancio a la vista, algo que incluso la tecnología tenía problemas en enfrentar.

–Yo... nunca creí que lo vería hecho realidad...

Adán usó toda su capacidad en evitar que se notara alguna expresión en su rostro; lo que la artista acababa de decir es por completo distinto a lo que esperó. Estaba preparado para la sorpresa de ella, y para una serie de conclusiones y reflexiones, pero no para que ella reaccionara como si todo eso fuera algo que estaba en sus planes.

–No te entiendo, Carmen -dijo con cautela.

Ella se puso de pie, auténticamente maravillada, y por primera vez desde que la conocía, Adán tuvo la oportunidad de ver a la verdadera Carmen Basaure, sin arrebatos de ira, sin magnificencias, sin artilugios, y así, era como una niña pequeña, en cuyos ojos se veía con claridad la impresión y la fantasía. La sonrisa que vio en su rostro era real, y condensaba muchas emociones positivas, la mayoría de las cuales no eran frecuentes de ver en ella.

–Tenías razón en lo que me dijiste, Adán, esto es mucho más grande que el Regreso al paraíso, es la culminación de todo lo que siempre he buscado; más allá de todo lo que pude haber pensado de él, incluso de su actitud errática con respecto a esto, la verdad es que lo que tengo aquí, es un regalo, un auténtico regalo.

Nada de eso tenía sentido. Adán decidió tomar el camino más directo y preguntar lo que estaba pensando.

–Sigo sin entender, dime de qué estás hablando.

–Adán, El Regreso al paraíso es la obra de mi vida, te lo dije desde un principio, es el motivo por el que he hecho todo mi trabajo y estudio. En la época en que me involucré con Bastián estaba en pleno proceso artístico, tratando de descubrir mi verdadero norte y propósito; así fue como logré dar con la idea que compartí con él, y luego de eso dediqué años a tratar de plasmar mis ideas en el lienzo, pero siempre hubo algo más, la necesidad de llegar a un nuevo nivel; sentía frustración porque las obras de arte son tan relativas como el público que las ve, y quería conseguir un efecto único, algo que perdurara más allá de las personas o los puntos de vista. Hablé tanto con ese hombre –siguió con auténtica añoranza–, que llegué a pensar que él debía ser el protagonista de mi obra y quien me ayudaría a terminarla, pero al final no fue así, y me dediqué a terminar la pintura sin creer que lograría esto, desgasté pinceles y lienzos sin fin y nunca lo logré, pero ese hombre hizo la otra mitad de mi obra, y consiguió esto, un nivel de detalle tan perfecto como el enfoque, como si mis pensamientos guiaran su mano. Adán, esto es lo que siempre quise, una obra viva, y por fin la tengo frente a mí, por fin tengo una imagen que no puede olvidarse.

Después de su declamación reaccionó y volvió a su centro, a ser la misma de siempre.

–Sé que tienes ambiciones Adán, lo entiendo y lo valoro, por eso es que quiero recompensarte por tu apoyo, por lo que has hecho por mí, y por traerme esta maravilla.

–Carmen, yo no...

–No, es lo justo – lo interrumpió -. No puedes seguir siendo solo un asistente, siempre has estado por sobre eso, ahora mucho más. Voy a aprovechar la inauguración para presentarte como mi asesor artístico.

La traición de AdánWhere stories live. Discover now