Objetos perdidos.

27 3 1
                                    



 — ¡Señorita Tojo, sea tan amable de despertar y continuar la lectura!— vociferaba la molesta profesora de literatura antigua, luego de haber llamado más de tres veces a la alumna que se había quedado con la cabeza recostada en el pupitre por unos momentos. Tuvo que azotar un pesado y viejo libro contra su mesa para que esta alcanzara a escuchar su llamado de atención y regresara de la tierra de los sueños para unirse a la clase, sin importar que el sonido tan estruendoso causara un sobresalto en el resto de las alumnas que sí prestaban atención.

La joven apenas tuvo oportunidad de levantarse, como si el libro hubiese presionado un resorte que la obligara a ponerse de pie y alerta con su libro en mano. No tenía oportunidad de tallarse los ojos tranquilamente para espabilarse, murmurar incongruencias como lo hacía Honoka cuando se quedaba dormida o excusarse de forma apropiada. La tutora emanaba un aura furiosa y derramó una mirada amenazante hacia ella mientras esperaba a que acatara la orden que acababa de dársele...

Pero era imposible que supiera donde se encontraba la lectura si había dormido la mayor parte de la clase.

—Párrafo tres, segunda línea — le susurraba la fría voz de su compañera de adelante, quien más que ayudarle parecía estarla regañando por su falta de atención; sus ojos celestes la voltearon a ver de soslayo por un segundo, indicándole que se diera prisa para continuar. Aquella chica solo necesitaba de una mirada para comunicarle frases enteras, a veces parecía como si la conociera de toda la vida, mas su amistad apenas había iniciado hacía unos años atrás, cuando ambas entraron al instituto.

"típico de ella", pensó con una sonrisa leve mientras su vista buscaba aquella línea en especial.

Más tarde seguramente se lo recriminaría en la privacidad de la oficina del consejo estudiantil, cuando se encontraran solas o en compañía del montón de papeleo pendiente.

"El brillante jade de los ojos de la muchacha resplandecía más que cualquier joya existente.

Las lágrimas y la luz de la luna se unían para otorgarles fulgor hipnótico, que ablandaría hasta el metal más duro de la armadura del caballero más cruel".

Su automática voz hubo satisfecho lo suficiente a la maestra como para que solo le recordara estar alerta y mencionara a alguien más para continuar con la lección del día, ignorando a la muchacha y su leve error al menos por esa clase.

Para cuando el sonido del timbre se hizo sonar, ya había cabeceado un par de veces de nuevo. Era como todas las mañanas, cuando su cruel alarma sonaba después de una muy mala noche y la obligaba a prepararse para un extenuante día en la escuela, en la práctica o en el templo.

Por primera vez en toda su vida escolar, abandonó su característica paciencia, solo para salir corriendo por la puerta del aula con la mochila al hombro.

Ni siquiera había notado que dejó el libro de literatura en el pupitre.

Era más urgente despertarse, no deseaba tentar su suerte demasiado y hacer enojar a los profesores de sus clases posteriores al quedarse dormida otra vez. La maestra de literatura había sido magnánima, pero eso no significaba que todos serían así.

Esa clase de errores podrían pasarse a una alumna de primer grado o quizá hasta una de segundo, pero no a una de tercero, alguien que se supone está a un paso de iniciar sus estudios universitarios.

Cuando menos lo notó ya se encontraba en el baño, con las manos apoyadas a ambos lados de uno de los lavabos. Su espejo le devolvía una mirada cansada, se notaban a simple vista las ojeras bajo sus ojos.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jun 03, 2018 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Princesa de JadeWhere stories live. Discover now