Hermosa Princesa

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Evan

La habitación era de un color negro con dibujos de flores verdes y azules brillantes, en el centro había una gran cama con sábanas color vino en las cuales yacía el cuerpo de una mujer dormida.

-Lo bueno que la encontraste ahora que esta sedada- Deacon parecía aliviado.

-¿Por que lo dices?.

-Ella se altera cuando ve a un nuevo guardia.

- A ya entiendo. ¿Crees que pueda verla más de cerca?- la verdad tenía mucha curiosidad de ver su rostro.

Me esperaba a una mujer grande de unos 22 o 28 años, con rasgos muy duros, cabello lacio, tal vez algunas marcas de viejas peleas pero al acercarme lentamente me encontré con una hermosa princesa dormida.

-¿Es enserio?- cuestione- Esto debe ser una broma Deacon. Ella no puede ser una guerrera, es que solo mirala parece una princesa-dije mientras volvía a mirarla. En la cama yacía una joven supuse que uno o dos años menor que yo, su piel se veía tersa y de un color pálido con algunos destellos plateados en sus mejillas y nariz su cabello era azul como el cielo nocturno en las raíces después ese color se esfumaba y un tono verdoso aparecía a la mitad de su melena para terminar en un color dorado que poco a poco desaparecía hasta sólo ser un tenue amarillo.

-Que no te engañe su belleza Evan ella te podría destruir sin problema, así que te sugiero que mantengas tu distancia- dijo en tono de advertencia sacándome de su hipnotante belleza.

-Esta bien Deacon- gire mi rostro para verlo-¿cómo a que hora crees que despierte?- cuestione, estaba impaciente por presentarme, por conocer su voz y por ver sus ojos.

-Después de la hora de la comida tal vez ya que el sedante que le dieron es muy potente- Deacon seguía de pie al lado de la puerta con cierta impaciencia de irse, supuse que no le gustaba estar cerca de la chica.

-Pero ¿por qué le dieron un sedante tan fuerte? sabes que eso le podría causar la muerte- que médico era tan estúpido para darle un sedante de ese tipo a menos que la quisiera muerta.

-Yo no soy el encargado de eso y hasta el momento no ha muerto eso indica que lo aguanta muy bien ¿no?.

-No, no esta bien- agh, tendre que decirle al rey que me deje a cargo de suministrarle yo los calmantes y no cualquier idiota.

-Bueno pues que más da, ya esta bajo tu cuidado ya podrás supervisar eso.

-Eso es lo que hablaré con el rey.

-Bien ya asunto arreglado ahora salgamos estar aquí me inquieta- ya estaba afuera de la habitación cuando lo dijo solo esperándome.

-Vámonos- mire por última vez a esa bella princesa, sus largas y negras pestañas , su hermoso rostro y su peculiar cabello.

Salí de la habitación cerrando la puerta detrás de mí, Deacon me dio un mapa del castillo encerrando con rojo las habitaciones a las que no podía ir y por último me dijo la hora a la que comeriamos.

Después de eso se fue y yo me dirigi a mi habitación no sin antes darle una última vista a la gran puerta del centro.

Ya en mi habitación comencé a desempacar todo lo de la mochila que era poco realmente. Solo traía unas cuantas prendas de ropa ligera, mis cosas de aseo personal, dos pares de botas, mis dagas favoritas y su amuleto de la suerte del abuelo que era una pequeña caja de metal.

La ropa la metí en el armario el cual tenia un uniforme ya dentro y también metí mis cosas de aseo personal, debajo de la cama puse las botas y las dagas las deje sobre la mesa junto con la caja.

Me tumbe en la cama aun faltaba una hora para ir a comer, lo sabia por que no había notado el pequeño reloj que estaba en el lado izquierdo del armario. Estaba aburrido así que tomé la caja y me puse a jugar con ella, era algo rara tenia un relieve extraño y no se veía nada interesante pero el abuelo siempre la cuido mucho y luego me la regalo así que ahora yo la tenía que cuidarla por él.

Faltando 5 minutos salí de la habitación con el mapa en mano, me costó un poco encontrar el comedor pero por fin llegué. En el se encontraba el rey, la reina, Deacon y algunas personas más.

Salude a los reyes quienes sólo me sonrieron y me dijeron que me sentara. La mesa era muy grande para las pocas personas que eramos.

Hasta ahora no había visto a la reina en persona, ella tenía el cabello castaño claro y recogido en un moño, su rostro era redondo con mejillas rosadas y piel brillante, sus ojos parecían tranquilos y de un color verde claro.

La comida transcurrió tranquilamente por lo que aproveche para comentarle al rey de los sedantes y la verdad creo que no le importo que me hiciera cargo, la reina me advirtió que no podía dejar a la chica sola por mucho tiempo ya que no era seguro así que me apure a terminar mi plato y bajar a mi habitación.

De camino a mi habitación pensé en las cosas que necesitaría para los sedantes, en las flores y extractos necesarios pero de eso me ocuparía otro día ahora solo iría a ver si seguía dormida.

Entre en la habitación principal la cual estaba igual que cuando me fui con todas sus puertas cerradas y de su puerta no se escuchaba nada así que me dirigí a su habitación. Toque la puerta suavemente esperando que abriera pero no hubo respuesta así que entre.

Sus cobijas estaban apartadas por lo que tenía razón ella ya estaba despierta pero ahora no sabía donde estaba, cerré la puerta e intente en la de al lado pero tampoco estaba, solo quedaba una en la cual buscar, la sala de entrenamiento.

Toque la puerta dos veces pero no hubo respuesta, me estaba impacientando así que entre sin más.

Lo cual no fue muy buena idea...

Reina De Dos CoronasWhere stories live. Discover now