El Olvido

156 13 0
                                    

LUNES

Olvidé terminar de escribir anoche. No sé qué esperaba ver cuando crucé por el pasillo y asomé el rostro por la ventanilla. Me siento más avergonzado que ayer. Traicionado por mis pensamientos. El miedo que sentí anoche se ve irrazonable ahora. No puedo esperar para salir y ver la luz del día. Voy a revisar mi mail, voy a darme un baño, rasurarme y salir de aquí. Finalmente voy a salir de aquí. Un momento… creo que escuché algo.

Era un trueno. Todo eso sobre la luz del día y el aire fresco… Fui hasta la ventana de la puerta de metal y miré por la ventanilla, para encontrar el cristal de la puerta principal sacudido por los múltiples impactos de una lluvia torrencial. Una luz gris, débil, apenas filtrándose desde las nubes en lo alto y llegaba hasta aquí; pero era de día, incluso si era un día enfermo y húmedo. Intenté esperar por un relámpago, creo que vi algunas siluetas deslizándose por la calle al otro lado del cristal de la puerta en el que el agua se deslizaba como en oleajes.

Me di la vuelta decepcionado, pero no quise volver al sótano. En su lugar subí por la siguiente ronda de peldaños. Pasé el primer piso y el segundo. Las escaleras terminaron en el tercero. Es el piso más alto. Miré la pequeña ventana vertical que daba al exterior, junto a la puerta; tenía esa clase de cristal grueso y distorsionado que no deja ver el otro lado. No había nada qué ver, de todas formas. Abrí la puerta y caminé por el pasillo alfombrado del tercer piso.

Las diez puertas de madera que hace mucho fueron pintadas de color azul estaban cerradas. Escuché atentamente mientras caminaba, pero era mediodía y no escuché nada más que la lluvia cayendo, afuera. Mientras permanecía ahí, a la mitad del pasillo, tuve la impresión de que las puertas a mi alrededor se volvían enormes y silenciosos monolitos, levantados por una civilización olvidada, como guardianes de alguna cosa cuyo nombre había desaparecido en las periferias del tiempo.

Cayó un relámpago que iluminó todo el pasillo. Me burlé de las tonterías lovecraftianas con las que mi mente estaba jugando. Entonces, recordé el balcón que el tercer piso tenía y la puerta corrediza que los vecinos solían usar para venir a sentarse aquí, fumar un cigarrillo o hablar por el celular; estaba un poco más adelante, un par de puertas más allá, en el hueco que la pared formaba a la izquierda. La idea de mirar la ciudad desde arriba, en medio de la lluvia e incluso quizá, encontrarme con alguien más, me emocionó.

Miré la puerta corrediza por un rato. El agua caía sobre ella como sobre la puerta principal del edificio. Podía abrir esta puerta. Levanté una mano y me detuve. Pensé que si deslizaba esa puerta, entonces podría notar algo terrible del otro lado y peor aún, algo terrible podría notarme. Me sentía raro, todo había sido muy raro últimamente. Se me ocurrió un plan. Regresé al sótano para traer lo que necesitaba. Sabía que no lograría nada, pero estaba lloviendo, estaba aburrido y al parecer, aún me estaba volviendo loco.

Volví a mi departamento por una webcam. No tengo el suficiente cable para llegar hasta el tercer piso, así que lo que voy a hacer es esconderla encima de una de las expendedoras, extender el cable por la pared, pasarlo por debajo de mi puerta y usar cinta de aislar para disimularlo con la tira de plástico con el que los muros del sótano terminan. Sé que esto es estúpido, pero por el momento no tengo nada mejor qué hacer.

Bien. No ocurrió nada. Dejé abierta la puerta de mi departamento, fui hasta la puerta metálica, la abrí y corrí como un alma que lleva el diablo, bajando las escaleras hasta refugiarme en mi departamento. Miré la transmisión de la webcam, emocionado por un rato. Luego comprendí lo estúpido que me veía. Lo estúpido que en realidad me veo. La estoy mirando ahora mismo. Quisiera que el ángulo fuera distinto y pudiera cubrir al menos una parte de mi propia puerta. Hey, alguien está conectado.

PsicosisWhere stories live. Discover now