Capitulo 1.3

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En ese momento no supe que pensar y mi cabeza se lleno de muchas ideas, porque, ¡yo los vi salir juntos!, ella nunca volvió por mi y ademas ¡su ultimo mensaje...! yo estaba muy confundida, no podía defender su nombre sin saber la verdad, yo no sabia nada, ni supe nada hasta el siguiente día, Claudia no contesto ese día mis mensajes y tampoco fue a mi casa, no quería pensar que algo malo le sucedió, no quería imaginar que estuviera en peligro, es una sensación sin sentido, tienes miedo a la verdad pero quieres saber la verdad y después de un tiempo de angustia, la incertidumbre te llena el alma y ni los medicamentos te sosiegan, es estar en un hueco oscuro así estés frente a la ventana mas luminosa, yo no pensé querer tanto a Claudia, pero en es momento era mas mi odio así ella, ¿porque no me contestaba? ¿porque no me contó lo que paso? ¿y si necesito ayuda, porque no me llamo a mi?

¿Seria cierto que se acostaron? ¿entonces para que el vídeo?, yo no entendí nada y ¡ese sentimiento que oprimía mi pecho!; me mataba con cada tic tac del reloj con forma de avión que ella me regalo en un san valentin, empece a recordar el día que me lo regalo, pues no es muy común un reloj de avión, pero su significado era muy grande, para mi era más que un reloj, el día que me lo dio, me miro a los ojos y me dijo,"Ana, algún día volaremos las dos lejos de aquí, iremos por el mundo y conoceremos más personas de las que caben en tres estadios, haremos amigos y tendremos muchas historias fantásticas que contar, de tu mano algún día voy a volar tan alto que pensare que es un sueño, pero no tendré miedo de despertar porque siempre estarás ahí, este regalo te recordara que nunca se dormirá ese sueño de viajar juntas" Por eso ver y oír el reloj de avión me ponía mas inquieta, ese día recosté mis brazos sobre el marco de la ventana, el día estaba lluvioso y muy frió, de mi aliento salia vapor blanco y de mis ojos lagrimas que no podía controlar, tuve mucho miedo de quedarme sola de nuevo, era tanto el frió que el dolor en mis dedos no me dejaba pensar en Claudia y en mis miedos, así tuve que ponerme unos guantes rotos que encontré en un cajón de mi armario, porque sentía que mis dedos se congelaban, había olvidado que tenia esos guantes, fue un regalo de mi abuela que había fallecido unos meses atrás, eran de mi color favorito, el rosa, los use tanto que ya estaban rotos, desde que mi abuela murió, los guarde y no volví a usarlos, pero ese día me alegre de encontrar esos viejos guantes, ya no me sentía tan sola, mi abuela era el único ser que me amaba y aunque no me entendía no le importaba porque me amaba, simplemente eso, sabia amar y yo la ame mucho a ella, vi por la ventana de nuevo, entonces, volví a sentir una presión en mi pecho, me faltaba el aire y sentí por un momento que mi corazón dejaría de latir, ese dolor no lo había experimentado jamás, no podía moverme, no quería moverme, empezaron a llegar imágenes a mi mente de Claudia con él, ¡en mi cabeza era tan real!, yo desde una esquina de su habitación, viendo como la besaba y la tocaba, veía su cara de placer cada vez que él la tomaba con fuerza de la cintura, yo quise morir, luego me detuve, abrí mis ojos, y la luz de la ventana me encegueció, pues mis ojos estaban llenos de lagrimas, volví la mirada a mis manos y estaban completamente cerradas formando un puño, sentí un dolor en la palma de mi mano derecha, como un ardor, entonces la abrí y vi como sangraba, cerré tanto mi mano que me lastime con mis propias uñas, respire y sentí como lentamente mis boca se relajaban, esas imágenes en mi mente, no eran reales, yo estuve allí todo el tiempo, yo sabia la historia, luego pensé, -y si fuera cierto no tendría que afectarme de esta forma-, me asuste, ¿porque paso esto? ¿porque no dejo de llorar? y la pregunta que mas miedo me dio: ¿que siento por Claudia?

Esa tarde paso gris y fría, hasta que llego la noche y mi animo no mejoro, las preguntas nunca las logre responder y mi razón me gritaba "donde estas, maldita sea" llego la hora de dormir y decidí levantarme de la ventana y acostarme en mi cama, no tuve fuerzas y realmente tampoco ganas de cambiarme de ropa, solo levante mi cobertor y me acosté, quería que ese día terminara para poder ver a Claudia, cerré los ojos por un instante y cuando los abrí ya era un nuevo día, tal vez dormí tan profundo por el cansancio y el desgaste emocional, no es común en mi que pueda dormir profundo, esos son consecuencias de las pastillas, me levante de mi cama fui a la ducha de inmediato, me arregle y ese día, quise llevar mis guantes viejos, no lo se, pero esos guantes me hacían sentirme segura. al bajar las escaleras me encontré deferente a mi madre, ella solo miro mis zapatos y me indico con voz firme - limpia esos zapatos ahora - no podía exigir mas de una mujer que jamás me a querido y siento que jamas me llegara a amar. limpie mis zapatos por encima, nunca fui una niña muy pulcra, ni femenina, salí al paradero del autobús, con la ilusión de verla sentada como siempre guardando un puesto para mi, vi a lo lejos el auto bus y los bellos de mis brazos se erizaron, sentía como mis mejillas se ponían algo calentitas, sentí que mi corazón se lleno de alegría, me quite los guantes por que mis manos empezaron a sudar y mi corazón se acelero casi como si hubiera acompañado a la señora Salame en una de sus rutinas de ejercicio, después de unos segundos había llegado el momento, al autobús se detuvo frente a mi y sus puertas se abrieron, subí, salude al chófer como todas la mañanas, levante la mirada y casi que instintivamente busque a Claudia, me detuve en el tiempo al ver que no estaba en nuestro lugar de siempre, empece a experimentar de nuevo esa furia y casi sin darme cuenta sentí de nuevo el dolor en mi mano, la herida se abrió de nuevo y ese dolor fue el que me hizo entrar en la realidad, trate de controlarme, seguí caminando por el autobús, llegue a mi silla de siempre, Claudia no estaba ahí pero su maleta de escuela si, no entendía nada, de pronto escuche so voz - Ana, hola - dirigí mi mirada así su voz y comprendí todo, Claudia no estaba en el asiento de siempre, pero si estaba en el autobús, en la ultima silla de atrás junto a la ventana con tomas.

Desde la ventanaWhere stories live. Discover now