4. HERENCIA MUSICAL

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Con su muerte ese odio se fue yendo con el tiempo, Philip continuo siendo nuestro vecino, se volvió más famoso que sus padres, llegó a ser el impulsor de la primera exposición universal en 1851. Gracias a esta se convirtió en un líder en la educación artística, su manera de enseñar impresionaba a todos.

— Hagan de cuenta que su corazón está en sus instrumentos, denle vida, conéctense — explicaba al ver que algunos no lográbamos eso.

— August, sé muy bien que tienes talento, te falta pasión, toca como si tu vida dependiera de ello — decía cuando regresábamos a casa.

— Gracias, me esforzaré, admiré mucho a tus padres, seguramente estarían muy orgullosos.

El solo nombrar a sus padres hacia que su rostro se transformara, un aura oscura salía de él. — Si, supongo que si lo estarían — confirmó con una voz apagada — ellos me convirtieron en lo que soy.

Después de aquel momento él viajaba y ganaba fama y fortuna, varias veces lo vi salir con diferentes mujeres, en cada baile aristocrático él era el centro de atención, allí fue donde encontró el amor de Amelia.

Así que mientras el crecía yo quedaba estancado como acompañante, termine ensayando en casa. Pasaron días, numerosos intentos y no lograba la conexión con mis sonidos, no tenían vida, salí al balcón para encontrar en las noches consuelo, el silencio me ayudaba a conectarme con mi alrededor, ver aquel frente de esa casa donde vivía toda perfección musical.

— Si solo me dejara tocar a su lado — repetía mi interior, anhelaba tanto sentir aunque fuera por un segundo ese talento, era tanta mi desesperación que una noche tomé esa pieza de madera más el arco y comencé con la creación de sonidos. En mi mente y corazón solo estaba la imagen de Philip tocando, percibí un viento algo frio que fue de gran ayuda, daba una libertad y una tranquilidad en cada tocada, mis manos se quedaron ligeras, el violín me susurraba; de él salía una tenue risa. Al terminar me sentía diferente, no entendía lo que había pasado, como si el violín me hubiese escuchado; de repente el movimiento de una sombra que venia del jardín de la casa de Philip me alertó, sabía que él no estaba porque había salido  a dar su propio concierto.

Agudice mi vista, notando que no era la de un animal, efectivamente era una persona. Decidí ir ya que sus instrumentos eras muy costosos y no faltaba el que quisiese adueñarse de un tesoro como esos. Llegué al frente de su casa, sintiendo miedo por primera vez, camine hacia donde los pasos se escuchaban más fuerte, tomé un trozo de madera y me lancé al peligro.

— Intensa — decía esa sombra escarbando la tierra.

— Mejor váyase, llamare a la policía — advertí

— Intensa y profunda fue tu melodía — afirmó deteniéndose y levantándose.

Eso y el helaje que surgió me dejaron paralizado

— Quiero descansar, solo debes tocar — balbuceó esa figura girándose hacia mí.

— ¿Qué haces en nuestro patio? — expresó Amelia haciéndome girar.

Esperaba que la susodicha figura respondiera, pero cuando me di vuelta ya no había nadie.

— Lo siento, creí ver algo rondando la casa — confirmé

— Y tenías que dejar el jardín así

— Ya estaba así cuando llegue — aclaré

— ¿Qué está pasando? — exigió una voz fuerte desde la entrada, era Philip bastante molesto.

Explique lo sucedido, sintiendo como su mirada aniquilaba, aturdido y nervioso salí de allí.

Después de esa noche las pesadillas surgieron; en las primeras veía a esa sombra; era de una mujer que salía de la tierra, lograba alcanzarme y arrastrarme, en las otras ya no era una sino varias que me rodeaban y asfixiaban.

RETOS DE MISTERIOWhere stories live. Discover now