Capitulo 5

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Natalie

Una parte de mi pedía a gritos que me separara de él, pero otra me obligaba a seguir sumergida en esta paz que el beso me estaba transmitiendo. Si bien al principio fue brusco, luego fue tornándose más lento y dulce, fue ahí cuando caí en cuenta de lo que estaba pasando.

Lo separé casi por impulso y al instante mi mano impactó contra su mejilla, dejándola con un tono rosa. Sus ojos transmitían calma, la pupila estaba más dilatada de lo normal y sus ojos celestes se habían fundido en un azul penetrante. Querían decirme algo, no sé qué, pero transmitían algo más, algo indescifrable, fue entonces cuando decidí hablar.

-Nunca más vuelvas a ponerme una sola mano encima, no quiero que esto vuelva a suceder.

-No te quejabas cuando me devolviste el beso.- Susurró con aire de superioridad.

-Basta! Espero que esto no se vuelva a repetir, ¿me escuchaste Cavernicola?- sus ojos seguían puestos fijamente sobre los míos, pero al escuchar el final de mi sermón un extraño brillo se apoderó de ellos y su expresión neutra pasó a convertirse en una burlona.- Dije algo que le haya causado gracia?

-No señorita, no se preocupe, ni usted ni yo queremos que esto se repita. por mi parte le doy mi palabra que jamás volveré a hacer esto- su expresión reflejaba algo como...asco.

Al escucharlo pronunciar esas palabras y notar la expresión que las acompañaba algo en mi se rompió. Sin embargo, continué con mi postura, y sin esperar otra respuesta de su boca cerré la puerta frente a sus narices.

Habían pasado unas tres horas y aún no me animaba a salir de mi habitación. Me sentía una adolescente sufriendo por un amor clandestino o incluso una niña, esperando que el malo se vaya para poder salir en paz a jugar. Sus palabras quedaron responsando una y otra vez en mi cabeza, obvio que no quiera que se repitiera, pero no esperaba que él dijera lo mismo. Cuando entendí que el papel que estaba haciendo era estupido, decidí salir sin más, como si nada hubiese pasado.
Caminé tranquilamente por el pasillo hasta que escuché que alguien subía las escaleras, y entonces salí corriendo sobre mis pasos y volví a encerrarme en mi cuarto. ¿Esta soy yo? En serio que parezco una cría.
Volví a abrir la puerta y logré divisar al cavernícola entrando al baño. En cuanto cerró la puerta fui rápidamente en su dirección. Toqué fuertemente la gran puerta de madera y al instante se abrió, dejándome ver a un hombre con el cabello despeinado y unos hermosos ojos que no demostraban otra cosa más que asombro.

-¿Tan rápido me extraña que ya quiere meterse al baño conmigo, señorita?
En cuanto esas palabras salieron de su boca en mi interior sentía como si tuviera elefantes peleando en mi estomago. Sin pensarlo mucho levante mi brazo para darle una cachetada, la cual nunca llegó. Tomó mi mano fuertemente y en un rápido movimiento tomó mi cintura y me pegó a su cuerpo.

-No voy a permitir que nadie me trate de esta manera, señorita. ¿A qué vino?

Luego de permanecer unos segundos concentrada sólo en sus ojos y en su cercanía, me separé, acomodé mi ropa y dije
-Este no es el baño que deben usar ustedes, el baño de servicio está abajo, al lado de la cocina. Creo que esto ya se lo había dicho, ¿o me equivoco?

-Lo siento, no volverá a pasar. Si eso era todo, con su permiso.
Y sin decir nada más se fue, dejándome completamente confundida.

Volví al cuarto para tomar mi celular y luego a mi despacho para tomar la bolsa. Pasé por la cocina para buscar un café y me dirigí hacia el auto.
Luego de unos dos minutos apareció mi chofer, y mientras me deseaba unas buenas tardes me abrió la puerta del coche para que entrara. Al lado mío estaba mi secretaría, quien tomó mis cosas y se sentó a mi lado, extendiéndome otra vez el café.

En cuanto llegamos a la oficina, ella se bajó primero, tomó mis cosas y luego bajé yo. Volví a tomar mi café y mi chofer cerró la puerta. Le dediqué un pequeño gesto en forma de saludo y entré. Tomé la bolsa y caminé hacia los ascensores, dedicándoles medias sonrisas a los empleados que me saludaban.

En cuanto llegué, tomé aciento y dediqué toda mi atención a la montaña de papeles que se encontraba justo frente a mis narices. Una vez que terminé de leer y firmar algunos documentos, tomé otra vez mis cosas y caminé tranquilamente hacia un café cerca de la zona. Elegí una mesa al lado de la ventana y puse toda mi atención en mi celular. Levanté la mirada y una chica con una gran sonrisa ya estaba lista para tomar mi orden. Pedí un café con un tostado y justo cuando iba otra vez a mirar mi celular algo molestó fuertemente mi vista. Como si fuera un reflejo, me levanté rápidamente de la mesa y caminé hacia ellos.

-¿Qué haces aquí?

Dilo Una Vez MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora