Capitulo 3

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Parecía que iba a ser un día bastante tranquilo, me encontraba sentada en la oficina, revisando algunos papeles y firmando contratos. Pero en eso la puerta se abrió rápidamente, dejando ver a mi secretaria con aspecto aterrorizado, sus mejillas tenían un color rojo, y no precisamente por un joven guapo, su cabello estaba algo alborotado y en sus manos traía unos cuantos papeles, los cuales estaba siendo víctimas de las manos furiosas de mi secretaria.

-Lo siento Srt. Miller, intenté detenerlo pero...

Antes de que ella pudiera terminar de hablar otro cuerpo se asomó por la puerta. Solo con sentir su presencia todos mis sentidos se pusieron alerta. Me paré rápidamente de mi silla y sin dejarlo hablar dije en tono autoritario y firme

-¿Qué estás haciendo aquí?

-¿Pensaste que podrías deshacerte de mí tan fácilmente, muñeca?

Un extraño escalofrío recorrió todo mi cuerpo, al mismo tiempo que una serie de recuerdos bombardeaban mi mente.

-Señorita...-carraspeó mi secretaria. La miré y asentí. Me devolvió el gesto y salió de la oficina cerrando la puerta tras ella.

Ninguno de los dos pronunció palabra, solo nos mirábamos fijamente el uno al otro. Veía con furia esos ojos que años atrás me tenían atrapada, esos ojos que me hacían sentir en casa. Esta persona que estaba frente a mi no era la misma de años atrás. Esa persona ya no estaba y no valía la pena remover recuerdos del pasado, lo que fue ya no será.

-¿En serio pensaste que no te iba a encontrar? Cambiándote el nombre no lograrías nada. Que feo que ya no tengas relación con tus padres, ¿fue por Bruno? ¿Tan fuerte te pegó ese pequeño?

-No vuelvas a nombrarlo, no vuelvas a meterte en mi vida y no vuelvas a aparecer por aquí. ¿Fui clara?

No respondió, hizo caso omiso a mi advertencia y como si no le hubiera dicho nada comenzó a caminar hacia a mí con paso veloz. Tomó mis muñecas por encima de mi cabeza y me pegó contra el gran ventanal de la oficina. Tomó ambas muñecas con una de sus manos y la otra la levantó en forma de puño, sonrió cínicamente y antes de que algo más pudiera pasar la puerta se abrió de una fuerte patada, dejando ver a un enfurecido castaño.

Su furia era notoria, tenía la mandíbula tensa y sus puños apretados, resaltando las venas de sus brazos. Se acercó con paso decidido y sin esperar ni un segundo lo tomó por el cuello y le repartió unos cuantos golpes por su rostro. Sin decir nada me quedé observando la escena, hasta que decidí que ya era suficiente y hablé

-Basta, llévatelo de aquí.

Se levantó al instante y tomándolo otra vez por el cuello lo sacó de la empresa.
Cuando la puerta se cerró me dejé caer en el suelo y sin poder evitarlo las lágrimas se apoderaron de mi cara. "Es mío y nadie nunca podrá quitármelo", esas palabras se hicieron presentes en mi cabeza, las escuchaba una y otra vez, cada vez más fuerte, y la voz era mía.
La puerta se abrió otra vez, permitiéndome ver a un castaño más calmado, con sus manos y hombros relajados, pero aún mantenía su mandíbula tensa. Caminó hacia mi y sin pedir permiso se sentó al lado mío, pasó un brazo por detrás de mi espalda y colocó una mano en mi vientre, abrazándome.
Cerré los ojos y me dejé envolver por sus brazos.
No pronunció palabra alguno, lo cual agradecí, lo que menos necesitaba ahora era recordar lo ocurrido.
Al cabo de unos minutos dejé de llorar, sequé mi cara y me levanté, quitando sus brazos de mi cuerpo, sintiendo un raro vacío en mi.

-Hay que volver al trabajo- solté con tono firme y seguro.

Extrañado se levantó e intentó que lo mirara, colocándose frente a mí y tomando mi cara con sus delicadas manos. Al ver que sus intentos eran en vano decidió soltarme, a la vez que dejaba escapar un sonoro suspiro de sus labios.

-Gracias, ¿no?

-¿Disculpa? ¿Quieres que te agradezca por hacer tu trabajo? - pregunté sin ninguna pizca de gracia en mi voz.

-Bien, que tenga buena jornada señorita Miller- escupió molesto.

Sin pronunciar una palabra más, salió de la oficina, no sin antes dar un portazo, que raro en él. Ya tiene incorporada esa mala educación.
Rodeé los ojos y volví a mi trabajo.

Dilo Una Vez MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora