Capítulo 2

7.7K 278 41
                                    

Pablo empezó a tirar del paracaídas para que nosotros pudiéramos bajar. El mar rugía y se movía para todas partes, y la lancha no podía quedarse quieta. Cuando pudimos soltarnos el arnés nos sentamos en el piso de la lancha, el paracaídas se voló por la fuerza del viento, la nube negra se hacía cada vez más grande y nosotros cada vez teníamos más miedo, aunque ninguno lo admitió nunca.

Algo se enganchó en mi tobillo, y tirándome lejos de mis amigos, llevándome lejos de la lancha, me hundió en el océano.

Traté de liberarme con todas mis fuerzas, pero era imposible, ya que no podía abrir los ojos porque el agua era salada. Me daba miedo, tengo que admitirlo. Cada vez que un alga me rozaba me sacudía todo lo que podía, y cada vez sentía más grande el ardor del pecho por no respirar.

Sentí que algo me tocaba el pie, por lo que empecé a patear todo lo que se me acercaba, hasta que unas manos me agarraron la cara y me pusieron algo en la boca. Instintivamente absorbí y me di cuenta que me llegaba aire a los pulmones, por lo que agradecí silenciosamente. Las manos que me habían agarrado ahora estaban en mis pies, y la presión que sentía en mi tobillo desapareció, dejándome llegar a la superficie.

Respiré todo el aire que me había faltado, y me di cuenta que Lucas estaba frente a mí con unas antiparras y un tanque de oxígeno.

-Gracias.- Le dije, él sonrío, tomó mi mano, hizo una seña a la lancha y nos vimos siendo tirados hacia esta.

Cuando llegamos vi que mi amigo tenía una soga atada al cuerpo, para no alejarse de la lancha, pensé.

-¿Estás bien?- Preguntó mi Flor, abrazándome y dejándome casi sin respiración.

-Sí, estoy bien.- Le contesté y le devolví el abrazo.

Me soltó y me sonrió, después se fue a sentar en el asiento de copiloto.

Lucas me pasó su brazo por mis hombros para tirarme hacia abajo justo cuando algo pasó volando sobre mi cabeza. Lo miré agradecida, a lo que él contestó con una sonrisa de perfectos dientes blancos. Su pelo castaño mojado se revolvía por el viento haciéndolo ver perfectamente hermoso. Desvié la mirada antes de que se diera cuenta que lo miraba mucho.

El viento rugía y hacía que todo se volara, nuestros toallones y mochilas estaban bien guardadas y atadas, si no los habríamos perdido hacía rato. Me quedé sentada en el suelo con Lucas a mi lado, con su brazo sobre mis hombros, y mi hermano y mi amiga sentados en los asientos de piloto y copiloto tratando de manejar la lancha. Yo ya estaba pensando en todas las cosas que no alcancé a hacer, y a lamentarme porque era muy joven para morir, pero no hizo tanta falta, ya que el viento dejó de sacudir la lancha, y el mar ya no quería hundirnos.

Por suerte la lancha aguantó hasta que la tormenta dejó de tratar de matarnos, y rápidamente Pablo nos guio hasta la orilla, Flor nos miraba a Lucas y a mí, con una sonrisa en su cara, hasta que me di cuenta por qué lo hacía. Él seguía con su brazo en mis hombros. Delicadamente lo agarre y lo saqué, levantándome de mi lugar.

Me acerqué a Flor para ayudarla en lo que estaba haciendo, y me susurró al oído:

- Mas tarde hablamos.

Dicho esto se acercó a mi hermano, que estaba sentado en el asiento del piloto, y lo abrazó por atrás.

Esperen, ¿Qué?

- ¿Y ustedes que hacen?- Les pregunté

- Nada.- Contestaron a la vez, separándose.

Pablo atrancó la lancha en la orilla de la playa y bajamos. Íbamos a tener que hablar con el dueño y pagarle el paracaídas, ya que habíamos perdido el que nos habían dado.

Peleas que EnamoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora