Uno.

6.8K 676 130
                                    








JIMIN



Hay muy pocas cosas que pueden matar el entusiasmo de la dulzura post sexo. Recibir un golpe por sorpresa, en un lado de la cabeza, por un par de nudillos que se sentían como si estuvieran revestidos de acero, estaba en el primer lugar de la lista. Mis oídos resonaron por el golpe como si mi cabeza se fuera a romper por la fuerza. Hubiera reaccionado, pero un gancho de derecha hizo volar a mi barbilla y mi cráneo resonó fuertemente contra la pared detrás de mí. Ahora estaba viendo estrellas y tragando sangre. No es que a estos tipos les importara una pelea justa, pero tarde o temprano me iba a recuperar, y les iba a costar muy caro. Escupí un buche de sangre y agarré el cigarrillo que el tipo que me había dado los golpes me ofrecía.

—Cuánto tiempo sin verte, Jimin.

Levanté una mano y moví la mandíbula atrás y adelante para ver si se había roto.

Nada arruina un dulce, estado de ánimo post orgasmo como tratar con un montón de idiotas atarantados y la idea de perder algunos dientes.

—¿Cómo me has encontrado? —Dejé escapar una bocanada de humo y me recosté contra la pared del edificio de apartamentos del que acababa de salir. El sabor a cobre de la sangre era fuerte en mi lengua. Cuando escupí otro buche me aseguré que aterrizara en los zapatos de mi agresor.

—Cinco años son mucho tiempo de “escasez” para un hombre. —Levantó las cejas y flexionó esas manos que sabía por experiencia eran capaces de algo mucho peor que un poco de SmackDown—. Ningún coño, ni alcohol, ni golpe, ni autos rápidos, y nadie a quién le importe una mierda quien eres. Te conozco, chico; sabía que la primera cosa que querrías
cuando salieras sería un fulano con buen culo para follar. Le di a Taemin un aviso para que me llamase cuando te presentaras.

Él estaba equivocado. Lo primero que hice fue ir por el auto rápido. De acuerdo, lo usé para arrastrar mi culo a algo seguro que sabía que no diría que no, pero aun así, el culo ajeno vino después de un viaje de calidad.

—Así que, ¿te encargaste tú mismo de que mi bienvenida a casa apestara lo máximo posible?

—Si conozco a Taemin, y lo hago, no tienes nada de qué quejarte. —Toda su alegre pandilla de matones se echó a reír y puse mis ojos en blanco. Había una razón por el cual Taemin era algo seguro, y no solo algo seguro para mí, a pesar de que yo había estado fuera de servicio durante los últimos cinco años.

—No estoy aquí por mí. Yoongi quiere verte.

Yoongi. El nombre que hacía temblar de miedo a los hombres normales. Por lo general, esto solo ocurría cuando la gente hablaba de asesinatos, violencia y de la discordia general en las calles. Era despiadado. Era de sangre fría. Era intocable y una leyenda en Busan y fuera de allí. En las sombras y en los callejones traseros era el rey. Nadie le traicionaba. Nadie le abandonaba. Nadie se atrevía a desafiarlo. . . nadie excepto yo.

Terminé el cigarrillo y lo apagué bajo la suela de las pesadas botas negras que tenía.

Ahora era mucho más grande que cuando me habían metido bajo llave. Me preguntaba si estos tipos se habían molestado en darse cuenta. Viviendo una vida llena de alcohol, drogas y personas fáciles, no importaba cuán joven y activo eras, no era una receta de una vida sana. Que te arrebaten todo eso afecta no solo al bienestar mental de un hombre, sino también cómo se desarrolla físicamente, sea por propia elección o no.

—No quiero ver a Yoongi. —Al menos no en este momento. El zumbido de mis oídos se había acabado y todo lo que ahora tenía era un terrible dolor de cabeza. Estos tipos ya no tenían el factor sorpresa, y si querían seguir con el tema, iba a ponerse sangriento y feo rápidamente. No me importaba, incluso sabiendo que los matones eran algo más que solo fachada.

Mejor cuando es audaz. #1  [Jikook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora