— ¿Aceptas la invitación? —ella la miro confundía, resignada Casey comprendió que Lisa lo había olvidado, suspiró—. Te dije el lunes que si te apetece ir con nosotros a la villa de la casa de Diego.

— ¡Oh, eso! —no iría allí ni loca—. No, no iré. —Casey no dijo nada, miro enfurecida en dirección a la pizarra. Estaba particularmente casada de aquello, estar rogando y rogando para que Lisa Daza se dignara a sentarse con ella, para que almorzará con ella o para que hiciera algo que Diego quería. Como ir a esa maldita villa.

Ella no se merecía seguir insistiendo e insistiendo tanto a una persona que con claridad ha demostrado no estar interesada en lo más mínimo. Solo lo hacía por Diego, porque su primo insistía aún más que ella que necesitaba saber lo de Lisa. Cuando la clase terminó vio a todos levantarse para dirigirse a casa, observó a Lisa tomar todas sus cosas con tranquilidad.

— ¿Se puede saber por qué me miras así? —preguntó.

— Estoy intentando encontrar una buena razón para seguir siendo tu amiga —Lisa meditó en aquello, observó a Casey con determinación para luego subir la mirada en dirección a la ventana.

— Porque ambas nos necesitamos, después de Diego soy la única persona que te escucha sin aburrirse —aquello tomó a Casey de sorpresa–, aunque probablemente yo sea la única que lo haga.

— Entonces no entiendo porque me mantienes alejada, solo me dejas entrar en tu vida un poquito y se supone que soy tu amiga —apreciaba a Lisa, en serio lo hacía, pero debía de cumplir con su cometido.

— Casey, tú me conoces mejor que nadie.

— Pero no te conozco del todo —dijo sonando un poco más insistente de lo que debería, y por la mirada que Lisa le mostró, supo que aquello no le había gustado.

— A veces pienso que solo quieres saber eso de mí —luego se marchó.

No obstante, ella no dejaría a pasar la oportunidad. Estaba cansada de insistir, cansada de rogarle a Lisa, como si fuera una diosa y ella fuera un devoto pidiendo clemencia. Siguió a Lisa hasta el estacionamiento, la tomó del brazo para hacerla girar bruscamente.

— No me está gustando para nada tu actitud —dijo Lisa con tranquilidad, intentó zafarse del agarre, pero Casey era fuerte y apretó el brazo de Lisa un poco más—. Suéltame, Casey.

— Estoy cansada, Lisa —dijo enojada— llevó tres años intentando por las buenas acercarme a ti, intentando descubrir qué pasa contigo, pero tú no me dejas ayudarte.

— ¿Te he dicho yo que quiero o necesito tu ayuda?

— Tú tía no estará feliz cuando sepa la forma en la que me tratas —Lisa río con amargura.

— Entonces tú también me amenazas, claro eso suena como lo que haría una amiga, ¿no? —zafó su brazo y miró fijamente a los ojos de Casey—. ¿Por que te interesa tanto? ¿Por qué no me dices el tuyo primero?

Casey observó cabizbaja a Lisa. Aquella tecla era difícil de procesar sin sentir tristeza. Su poder era débil, muy débil, prácticamente inexistente.

— Eso creí —dijo Lisa caminando en dirección al auto de su madre que acababa de entrar en el estacionamiento.

Ø

Helena observó como el espejo retrovisor empezó a temblar con la presencia de su hija dentro del auto. Evitó prestarle atención aquello. Últimamente no había forma de acercarse a Lisa, terminaban peleadas o tristes. Intuía que algo no andaba bien entre ella y Casey por la forma en la que se miraron la una a la otra con enojo. Sin embargo, no quería intervenir porque aquello probablemente era alguna estupidez de adolescentes.

Pottens I: El Secreto de los Clanes (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora