Capítulo 16: 15 de marzo de 2012

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Anoto: 481 horas con 49 minutos. Ese fue el número exacto en que detuve el contador, pues solo hasta ese momento recordé que el cronómetro continuaba encendido. Es curioso, ¿no? Parece demasiado tiempo cuando tratamos de usar una medida tan estandarizada, pero la perspectiva se vuelve completamente distinta en cuanto cambiamos la dimensión de los cálculos: 481 horas es lo mismo que veinte días, ¿puedes creerlo? El nuevo número no aparenta ser tan descabellado como el anterior, aunque tomando en cuenta todo lo que ha cambiado desde entonces..., tal vez sí resulta un plazo bastante largo.

Y es así, querido diario, como por fin llegamos a la mañana del 15 de marzo de 2012. Mi presente. ¿Recuerdas cuando te dije que, para esta fecha, las circunstancias habían dado un giro completamente inesperado?

—Aquí tienes tus cosas, Yvonne.

Respingué del susto en cuanto colocó la canasta frente a mí, sobre la superficie del escritorio. No me permití dudar antes de echarle un vistazo al interior: mi mochila, mi cartera, las llaves, las joyas y el medallón. Todo estaba ahí.

—Se encuentran intactas y en perfectas condiciones —especificó Oskar—, exactamente como lo prometí.

—Muchas gracias, coronel.

Le dediqué una sonrisa mientras me limitaba a guardar todo aquello en los bolsillos de mi mochila, no sin haberle devuelto su viejo cronómetro.

—Soy yo quien debería de agradecerte porque... —Hizo una pausa—. De no ser por ti, Yvonne, tengo la certeza de que nunca habrían retirado los cargos.

—Es lo menos que podía hacer por usted, coronel.

—No cualquiera tiene las agallas para interrumpir una sesión del comité.

—Tal vez sea la razón por la que casi me da un infarto allá dentro —bromeé, tomándome un momento para colgarme al cuello la cadena del medallón.

—Lo digo en serio —intervino con el gesto inescrutable—, jamás encontraré la manera de agradecértelo.

—También era responsabilidad mía, ¿sabe? —Me encogí de hombros—. Teniendo la versión completa de los hechos, no hacerlo hubiera sido bastante egoísta de mi parte.

—Pero eso no significa que haya sido fácil para ti, en especial considerando que eran magos los principales actores de tus argumentos.

Alcé la vista hacia él.

—Sé que fue algo ridículo mencionar a la comunidad mágica frente a todos los miembros del comité, aunque... —Tomé una bocanada de aire antes de atreverme a preguntar—: Usted sí me cree, ¿verdad?

Lo vi bajar la cabeza y centrar su atención en el par de documentos que sostenía entre manos.

—Es un testimonio difícil de comprobar, Yvonne.

—Es una historia real —insistí.

—Después de lo que hiciste por mí, jamás podría pensar que se trata de un simple invento, pero...

—Pero da igual, ¿no es cierto? —intuí, completando su oración—. Porque, para ellos, es mucho más sencillo simplemente creer que miento.

Se limitó a soltar un suspiro mientras colocaba aquellos papeles sobre la mesa.

—Hasta cierto punto, creo que lo que más te conviene es seguirles el juego —se permitió añadir.

—¿Seguirles el juego, coronel?

—Si descubrieran que en verdad estuviste con magos, solamente obtendrías alguna clase de juicio por traición a cambio.

«Juicio por traición... Tal vez no estaba tan lejos de merecer uno de esos»

Su recuerdo es invisibleWhere stories live. Discover now